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Ramalazo místico de Ana Redondo patrocinado por AliExpress

La ministra de Igualdad no despegó la mirada del techo, en plan pastorcilla de Fátima, pero con pendientes de princesa algonquina.

La ministra de Igualdad no despegó la mirada del techo, en plan pastorcilla de Fátima, pero con pendientes de princesa algonquina.
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, interviene durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso este miércoles. | EFE

Epifanía en el Congreso: a Ana Redondo se le ha aparecido la Virgen de las Pulseras Fallidas. La ministra de Igualdad, como un alumno carcomido por la duda en un examen oral, cantaba su lección ojeando sus cuartillas y, sobre todo, dirigiendo su mirada al techo del hemiciclo, en plan pastorcilla de Fátima, pero con pendientes de princesa algonquina, como si un tribunal de querubines o una delegación de Raticulín la observara desde los impactos de bala del 23F. Iker Jiménez ya busca cronista parlamentario.

La sesión de control arrancó a las nueve, pero el plato principal no se sirvió hasta las diez y cuarto, cuando Jaime de los Santos, más sobrio y menos teatral de lo que acostumbra –gana con ello, y no poco–, firmó su mejor intervención parlamentaria sitiando a Redondo con las pulseras antimaltratadores del chino que, según la Fiscalía del imputado García Ortiz de Delgado de Garzón, han provocado "una gran cantidad de sobreseimientos provisionales o fallos absolutorios".

"Desde que gobierna Pedro Sánchez, ¿las mujeres españolas están en menos peligro?", preguntaba el vicesecretario de Educación e Igualdad del PP. "Efectivamente", respondía la hereva de Irene Montero. En su réplica, De los Santos, como El Guti, abrió la caja de galletas y se puso a repartir: fue el primer pepero en invocar explícitamente a Begoña Gómez –más vale tarde, en fin–, por eso de que el juez Peinado iniciaba esta misma mañana el procedimiento para que sea juzgada por malversación ante un jurado popular, y el único que se refirió al empresario Francisco Enrique Gómez, tío político del presidente, que "ya tiene sentencia firme por abusar de una mujer prostituida y encerrarla en uno de esos clubs de carretera que sus señorías socialistas tanto visitan". Cuando recordó que hasta CCOO le ha pedido responsabilidades a la ministra, el diputado preguntó: "¿Se van a dejar de ajuntar con ellos?". Utilizo la cursiva, porque creo que hacía un chiste, pero no estoy del todo seguro: "ajuntar", según el DRAE, es "amancebarse". Ojo cuidao. "Dé explicaciones", concluyó el diputado, "y después, dimita. Y, sobre todo, deje de utilizar el feminismo".

Lo que ocurrió después fue carne de Cuarto Milenio: Redondo empezó con lo fácil, que si bulos y derivados, tuvo el cuajo de celebrar que ninguna mujer con pulsera ha sido asesinada y se acordó de Mazón, "que tiene a su espalda a más de 200 mujeres y hombres víctimas", ea. La mujer se iba calentando, negaba "que los dispositivos sean de AliExpress" –mientras Elma Saiz ponía cara de "tierra, trágame"–, preguntaba dónde están las sentencias y acusaba al PP de "convertirse en una burda copia de Vox". ¿A quién le dijo todo esto? Vaya usted a saber: la ministra sólo dejaba de mirar a las alturas cuando buscaba refugio en su cuartilla. Otra diputada popular, Silvia Franco, echaba densa, nerviosa y pelín tartamuda –necesita bastante, bastante rodaje– más arroz a la paella. Y la titular de Igualdad, de nuevo, con la vista puesta allende Orión: "Lecciones de feminismo del PP, ni una. Representan al partido político que, sistemáticamente, ha votado en contra de todos los avances de igualdad". Igual el padre Ángel sabe algo.

Por lo demás, Ester Muñoz trató con cruel condescendencia a la viseprecidenta: "¿De verdad le quedan ganas de ponerse a la defensiva cuando le estoy preguntando por mujeres que se han sentido vulnerables por su Gobierno, de verdad?". María Jesús Montero parió una frase de autor, de esas que sólo pueden brotar de su cráneo previlegiado. Elías Bendodo le preguntaba por su jefe de gabinete, y esta salía por Gaza de tal manera: "El PP niega ningún (sic) tipo de agresión". Es decir, según la también ministra de Hacienda, el PP no niega las "agresiones" de Israel a los palestinos, las reconoce todas. Brillante.

Tellado, sobre las pulseras, a Bolaños: "No me hable de alarma social: la alarma social son ustedes". El ministro trinitario, porque sí: "Hace un discurso absolutamente ultra. A nadie le puede sorprender que mañana acuda con Espinosa de los Monteros a un acto público". Pepa Millán, en su prime, que dicen los modernos: "Insisten en atacar a la justicia, como hacen con la Audiencia de Badajoz, que acaba de mandar al hermano de Sánchez al banquillo. ¿Considera que eso es lawfare? ¿Qué estaría diciendo si fuera el hermano de un presidente de Vox el que es enviado a juicio?". La portavoz del partido que lidera Santiago Abascal le preguntó al ministro de Justicia "quién es un peligro para las mujeres: nosotros, que pedimos la instauración de la cadena perpetua para los agresores sexuales, o ustedes, que les ponen en la calle y les colocan pulseras que no funcionan". Bolaños, por soleares: "Dos portavoces intercambiables, absolutamente ultras". Pudiendo no responder, ¿por qué hacerlo?

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