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Hamás da pasos hacia la paz en Gaza, cómo es posible y quién tiene la culpa

Cabe preguntarse qué puede llevar a uno de los peores grupos asesinos de las últimas décadas a aceptar un plan de paz que, al cabo, implica su final.

Cabe preguntarse qué puede llevar a uno de los peores grupos asesinos de las últimas décadas a aceptar un plan de paz que, al cabo, implica su final.
Celebración tras el anuncio de un acuerdo de paz en la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv. | EFE/Abir Sultan

La banda terrorista Hamás e Israel están dando lo que parece que son pasos firmes hacia la paz. No podemos confiar en los asesinos islamistas, pero como ya dije hace unos días, si se concreta la liberación de los rehenes creo que realmente podemos estar ante una situación en la que no haya vuelta atrás, no por su buena voluntad de hacer el bien, sino porque sin los secuestrados en las covachuelas de Gaza y contando con el apoyo de Estados Unidos y, seguro, con el silencio cómplice de los países árabes, Israel podría acabar con Hamás en semanas.

Cabe preguntarse qué puede llevar a uno de los peores grupos asesinos de las últimas décadas a aceptar un plan de paz que, de una forma u otra, implica su final, al menos como factor político en Gaza. La respuesta me parece obvia: la presión militar de Israel no sólo ha diezmado a la propia Hamás, sino que además ha debilitado a sus socios en el Líbano –la machacada Hezbolá– y en un Irán que está muy tocado después de que en 12 días de guerra Israel y Estados Unidos dañasen su programa nuclear y sobre todo, dejasen en ridículo a los ayatolás.

Si Hamás levanta la bandera blanca, es porque no puede más, porque ya está de facto destrozada, hay zonas de Gaza que ni controla y porque no le queda más remedio. A este respecto, ya hace unos días comentaba la noticia de un enfrentamiento armado dentro de la Franja que acabó con la muerte de una veintena de terroristas, cuyos cadáveres fueron arrastrados por las calles de Gaza, un gesto que no es gratuito ni mucho menos y sí extremadamente significativo.

Un reportaje en The Times of Israel profundizaba en el asunto: los clanes están empezando a levantarse en contra de Hamás después de casi veinte años de asumir el poder de la organización terrorista. Un experto israelí circunscribía el problema al sur de Gaza y a sólo algunos clanes concretos, pero el hecho es que no había pasado nada así desde que en 2007 Hamás tomase el poder a sangre y fuego.

Es decir, que por primera vez la banda terrorista no sólo se enfrenta al enemigo exterior que es Israel, sino que también puede verse ante la aparición de enemigos internos a los que, debilitada como está tras la guerra actual, quizá hasta supongan un riesgo a su supervivencia.

El siguiente momento clave

Si finalmente se concreta lo que hoy ya todo el mundo está dando prácticamente por hecho, la liberación de los rehenes, los siguientes pasos vendrán rápidamente y de forma automática: retirada de las tropas israelíes de prácticamente toda la Franja; salida de la cárcel de unos 2.000 presos palestinos –250 de ellos con condenas a cadena perpetua, es decir, con delitos de sangre—; y el despliegue de cantidades masivas de ayuda humanitaria.

A partir de ahí, creo que el siguiente punto clave que nos dirá si estamos de verdad en un proceso de paz que pueda poner fin no sólo a esta guerra, sino también a un conflicto de cien años, será el despliegue de una fuerza militar que controle Gaza y pueda garantizar tanto la tranquilidad dentro de la Franja como el elemento clave para esa tranquilidad y para que haya una oportunidad real para la paz de: el desarme de Hamás.

Si vemos que los países árabes de Oriente Medio se implican hasta el punto de invertir dinero y hombres en la paz en lugar de en la guerra, como ha ocurrido hasta ahora, el cambio es histórico. Y sólo una fuerza de interposición tendrá la fuerza suficiente para controlar la Franja, con una autoridad que los gazatíes rechazarán mucho menos que la israelí y, algo muy importante, con la capacidad de usar la fuerza sin los problemas de opinión pública que sí tendría Israel.

Ya sé que muchos piensan que los árabes no serán lo suficientemente duros con otros hermanos árabes, pero no creo que sea el caso: los árabes se han matado entre sí sin ningún problema desde siempre en conflictos entre países, menos, y sobre todo en conflictos internos. Además, tampoco es que los palestinos, y muy especialmente Hamás, gocen de muy buena prensa entre las élites árabes.

¿Quién tiene la culpa?

Les voy a decir algo que les sorprenderá: que haya una oportunidad para la paz no se debe ni a la flotilla de pacotilla de Barbie Gaza y Colau ni al embargo de armas de Sánchez. Es más: tanto la operación propagandística de extrema izquierda de los barcos como todo lo que ha ido haciendo el presidente del Gobierno según se iba complicando la situación judicial de sus familiares y su partido han sido contraproducentes porque, como hemos visto, el factor principal para llegar a esta situación es la debilidad de Hamás, y esas operaciones y la intensa campaña antisemita del Ejecutivo reforzaban políticamente a los terroristas.

Afortunadamente, si algo hemos podido comprobar es que, pese a los sueños de grandeza de Pedro Sánchez, España no pinta nada en el tablero internacional y él menos que nada.

Siguiendo el mismo razonamiento, Israel es el principal responsable de que ahora, con todas las dificultades que quedan, haya un posible acuerdo: el enorme desgaste que ha causado en Hamás es la principal razón de que hayamos llegado a este punto.

También es fundamental, y así hay que reconocérselo, el papel de Donald Trump y su administración, pues sólo con su liderazgo se podía implicar a los países árabes y muy especialmente a Qatar, que por mucho que nos duela es un elemento clave: son los que más cerca están de Hamás y pueden ser su destino en el futuro. Y la tercera pata es precisamente esa implicación de países como Egipto, Arabia Saudí o Jordania –sobre todo los dos primeros– que como digo son un elemento clave para que el plan sea creíble y viable.

Por último, no quiero acabar sin recordar que todo esto está sosteniéndose con alfileres, que no me cabe ninguna duda de que los criminales de Hamás están deseando engañar a todo el mundo, ganar tiempo y conseguir salir adelante, otra cosa es que tenga posibilidades de hacerlo. Y, sobre todo, que en este tipo de procesos el más leve chispazo en cualquier parte puede mandarlo todo al carajo.

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