
En la vida y en la política es muy importante el timing. Es trascendental cuándo anunciar las cosas o cuándo es mejor llevar a cabo un proyecto, pero también es muy, muy importante saber cuándo es mejor no decir nada y mantener un prudente silencio. La perroflotilla, por ejemplo, ha tenido un timing nefasto. El zurderío islamófilo envió a un montón de activistas desocupados a repetir eslóganes extraídos directamente de la televisión pública iraní solo dos días antes de que Estados Unidos anunciara un acuerdo que se presume histórico entre todas las partes implicadas, que son muchísimas. De repente las aventuras y desventuras de Barbie Yihad y Marioneta Thunberg ya no le importan a nadie, y todo el mundo tiene bastante claro lo que los tontos útiles de Teherán y Moscú pintan en el gran orden de las cosas: nada. La izquierda más ultramontana y alucinógena, que en España representa Podemos, está tan aturdida que todavía le dura la rabieta ante la posibilidad real no solo de acabar con una guerra sino de encauzar hacia una solución un conflicto de un siglo de antigüedad. Las celebraciones y el júbilo generalizado en las calles destruidas de Gaza, en los kibutz de Israel y en las cancillerías de todo el mundo contrastan con el ceño fruncido y la cara de estar oliendo caca de Irene Montero y el resto de heraldos del terrorismo palestino. Intolerable que Trump y Netanyahu no hayan tenido en cuenta la opinión de Ada Colau y el mantero de Podemos a la hora de buscar un acuerdo de paz duradero. Cualquiera diría que les molesta el fin de los bombardeos y la liberación de los rehenes.
No solo el acuerdo sobre Gaza les ha pillado a contrapié. Van los noruegos y le dan el premio Nobel de la Paz a María Corina Machado en vez de a un terrorista en parapente disparando a adolescentes en un concierto, que habría sido, suponemos, lo adecuadamente progresista. Pablo Iglesias tardó pocos minutos en vomitar odio contra la opositora venezolana. "Para eso que se lo hubieran dado a Adolf Hitler", tuiteó. No me lo invento. Esto no es TVE. Ione Belarra (que rima con etarra) también mostró su desacuerdo. Según la ex ministra, el Nobel tenía que haber sido para Francesca Albanese, una activista radical a sueldo de la ONU tan antisemita como partidaria del terrorismo de Hamás. "El Nobel lo reciben ahora golpistas y criminales", tuiteó, como si hubieran premiado a Puigdemont, que es las dos cosas.
Pero no solo el estalinismo kukuxumusu está molesto con el reconocimiento a la oposición venezolana. La práctica totalidad de los partidos que sostienen al Begobierno apoyan abiertamente la dictadura brutal de Nicolás Maduro y participaron de manera activa en la farsa electoral del año pasado que el carnicero caribeño robó miserablemente. Esquerra, ETA/Bildu, el BNG, Compromís y un buen puñado de dirigentes de Sumar colaboraron con el blanqueamiento de los crímenes sin fin del tirano. Además de, por supuesto, el ex presidente Rodríguez Zapatero, que, tras su éxito formidable en la titánica tarea de arruinar España, ahora está empeñado en terminar de destruir Venezuela. Es un Rey Midas inverso, ZP. Todo lo que toca se va a la mierda.
Por cierto que, teniendo en cuenta lo que sabemos de los tejemanejes del PSOE con la dictadura chavista, es de suponer que en la sauna de Moncloa el galardón tampoco ha sentado bien. Basta con ver cómo titula El Plural, esa versión aún más gubernamental de El País para discapacitados intelectuales: "Quién es María Corina Machado, la Nobel de la Paz que apoya a Vox". El champú del Mercadona lleva instrucciones para la clase de gente que lee El Plural. No tengo pruebas, ni tampoco dudas. No ha sido tampoco una semana fácil para el marido de la primera dama más imputada de todos los tiempos. El MacGuffin palestino se le ha ido al garete y hay un periodo de transición hasta que encuentre la siguiente cortina de humo para tapar el desbordante albañal de corrupción que son tanto su familia como su gobierno. Noviembre de 2025 está a la vuelta de la esquina, así que seguramente pronto tendremos especiales informativos, documentales y campañas institucionales en paradas de autobús sobre un asunto tan urgente como tradicional: Francisco Franco Bahamonde. Bring back the classics, Pedro. Que no se diga.
