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Amando de Miguel

El misterioso significado de las palabras

No deja de ser curioso que muchas palabras las utilicemos sin saber qué significan con precisión. Es más, puede que la ambigüedad sea una buena cosa.

Puede que en los diccionarios esté bastante claro el significado y el origen de las voces que componen la lengua. Pero tal como se usan en el lenguaje hay muchas conjeturas y misterios sin resolver. No deja de ser curioso que muchas palabras las utilicemos sin saber qué significan con precisión. Es más, puede que la ambigüedad sea una buena cosa porque el lenguaje no es solo para comunicarnos sino, a veces, para no comunicarnos, para despistar.

En una comunicación anterior me refería a la voz "parámetro", que en el lenguaje semiculto se deja caer a troche y moche. Ya sé que la definición que yo di era bastante mala. Me lo han reprochado numerosos corresponsales. Tienen razón. Lo mejor habría sido pegarme a la definición del diccionario oficial: "Dato o factor que se toma como necesario para analizar o evaluar una situación".  Es una adaptación de su original sentido matemático. De lo que me quejo es de la alegría con que se utiliza la idea de parámetro en el lenguaje semiculto. Al final, "parámetro" puede significar cualquier cosa. Se trae a colación porque suena muy bien. Es ahí donde surge la confusión. Claro que no hay por qué preocuparse porque algunas veces los discursos de los hombres públicos lo que se proponen es confundir o, por lo menos, dejar las cosas en una especie de nebulosa.

Pablo Rodríguez se pregunta, extrañado, si el verbo "cabrear" no  tiene algo que ver con la voz "cabrón". Podría ser, pero no me consta. Desde luego, "cabrear" viene en el Diccionario sohez  (sic) de Delfín Carbonell, que es completísimo, pero no se nos dice la razón de incluir ese verbo en un repertorio de palabras obscenas. Espero que algún libertario más instruido me aclare el enigma. Añado que el eruditísimo Diccionario del erotismo, de Camilo José Cela, no incluye "cabrear".

Sobre el origen de la palabra "guaje" siguen llegando correos muy informados. Jorge González y Argüelles de Miranda defiende su origen asturiano, pero significa no solo el ayudante para lavar el carbón de la mina sino cualquier otro pinche en ese ramo.

Juan J. Carballal recuerda que de pequeño lo llamaban "guaje", pero vivía en la costa oriental asturiana, por tanto, muy lejos del ambiente minero. Claro que Asturias es una región pequeña, aunque muchos asturianos consideren que la distancia cultural entre el Oriente y el Occidente de su territorio es de índole continental.

José Daniel López Salazar ha oído el término "guaje" en su tierra (Valladolid) con el significado del que se hace el listo para no encargarse de alguna tarea. Ese significado se halla más próximo al que le dan en México. Lo que no logro explicar es cómo pudo viajar esa palabreja de México a Asturias o al revés. Tuvo que ser por los viajes de los llamados indianos. El sonido <gua> suele ser árabe o americano. Sigue el misterio.

Sigo observando que, con ocasión de la catástrofe del Madrid Arena, se repite que el aforo del local era desproporcionado, muy superior al legal. Confuso. El aforo es la capacidad que tiene un local para contener un número de personas en condiciones de seguridad. Se trata, por tanto, de un número fijo, determinado por los técnicos. El número real de personas que había en la fiesta no es el aforo. Me sigue intrigando la desmesurada demanda de "macrofiestas" cuando la tasa de paro juvenil en España es la más alta de Europa. Supongo que es una curiosidad molesta.          

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