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Amando de Miguel

El tirón caudillista del doctor Sánchez

Visto lo visto, no se sabe cuál de los tres posibles aliados es más ingenuo si cree que va a poder coaligarse con el doctor Sánchez.

Visto lo visto, no se sabe cuál de los tres posibles aliados es más ingenuo si cree que va a poder coaligarse con el doctor Sánchez.
David Mudarra (PP)

Después de las últimas elecciones generales, hace cinco meses, fui invitado con otros profesionales españoles a una grata comida en la embajada madrileña de un país avanzado. Al término del ágape, los comensales adelantaron sus vaticinios sobre el nuevo Gobierno, que se presumía inmediato y fácil de encabezar por el doctor Sánchez. Yo me quedé en minoría de uno (siempre incómoda) al pronosticar que no se podría formar Gobierno y que, por tanto, habría nuevas elecciones. Supongo que a mis compañeros de mesa mi opinión les pareció una salida de pata de banco. El hecho es que, tras un año de interinato, el tal Sánchez se ha visto imposibilitado de formar Gobierno y, por tanto, vamos a unas nuevas elecciones. Menos mal que a los españoles nos gusta votar.

Adelanto ahora otra predicción. En noviembre iremos otra vez a las urnas, pero, tras el resultado, nadie podrá formar Gobierno y tendremos que ir a unos nuevos comicios. La verdad es que para el presidente socialista la situación no es nada traumática; antes bien, él se encuentra muy a gusto con su Gabinete en funciones, que es casi una réplica del de Sancho Panza en la ínsula Barataria.

Nótese que seguimos llamando "presidente" al doctor Sánchez, pero nunca ha sido votado como tal en el Congreso de los Diputados. Su aparentemente precaria posición en funciones le permite el disfrute de todas las amenidades del poder, especialmente de la más codiciada: nombrar altos cargos y conceder subvenciones. Empezó con su esposa y luego siguió por toda la amplia comitiva de fieles. Es un hombre feliz.

El egregio profesor Sánchez no podrá formar Gobierno en noviembre porque, en contra de sus anhelos (fomentados por los arúspices del CIS), no va a obtener una mayoría absoluta de diputados. Por tanto, deberá tratar de entenderse con los líderes de Unidas Podemos, Ciudadanos y Esquerra Republicana de Cataluña. Pero con ellos reina un clima de resentimiento, cuando no de odio.

Visto lo visto, no se sabe cuál de los tres posibles aliados es más ingenuo si cree que va a poder coaligarse con el doctor Sánchez. A ver si no es una candidez la de Pablo Manuel Iglesias al imaginar que puede ser aceptado bonitamente en el Consejo de Ministros y hacerle ver que no debe difundir a nadie el contenido de las deliberaciones. A Albert Rivera le chorrea el agua del bautismo cuando pone como condición que el doctor Sánchez vaya a bajar los impuestos o renuncie a indultar a los golpistas catalanes. Esquerra Republicana de Cataluña no es un partido nacional y, por tanto, es absurdo que forme Gobierno con el Partido Socialista Obrero Español. Los argumentos anteriores se han aplicado a la crisis actual, pero condicionan la futura.

Cabe también la posibilidad de que el doctor Sánchez dimita, verbo que le produce urticaria, pero no caerá esa breva. Así que lo más probable es que tengamos presidente en funciones para los restos.

Una posibilidad más realista es que la participación electoral baje ostensiblemente en noviembre. En cuyo caso el PSOE obtendría una plantilla de diputados todavía más exigua que la actual. Ese decorado (no llega a escenario) se alimenta, además, de la suposición de que en la contienda electoral aumente el número de partidos con representación suficiente.

Queda todavía una rara posibilidad, que la suma de las tres derechas (PP, Ciudadanos y Vox) pudiera alcanzar la cota de la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y, por consiguiente, formaran Gobierno. La dificultad está en que los dirigentes de los tres partidos no se pueden ver ni en pintura. Pero podrían hacer un esfuerzo de entendimiento civilizado. De lo contrario, continuará otro año más el tirón caudillista del doctor Sánchez.

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