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Antonio Robles

Y Mbappé fichó por el Madrid

Ayer el Madrid no se jugaba solo el pase a los cuartos de final de la Liga de Campeones, también y sobre todo ganar el pulso por Kylian Mbappé al PSG.

Ayer el Madrid no se jugaba solo el pase a los cuartos de final de la Liga de Campeones, también y sobre todo ganar el pulso por Kylian Mbappé al PSG.
EFE/Juanjo Martín

Ayer el Madrid no se jugaba solo el pase a los cuartos de final de la Liga de Campeones, también y sobre todo ganar el pulso por Kylian Mbappé al PSG. Y no sólo por hacerse con el mejor jugador emergente del fútbol mundial, sino por su valor añadido comercial, que ha ido acrecentándose con la disputa. Y en las dos batallas ha ganado el Madrid. En la primera, consolidando sus gestas deportivas; en la segunda, multiplicando su valor añadido, de club que atesora talento por sí mismo y no sólo por su saneada economía. Esa es su ventaja sobre cualquier otro, sobre todo frente a los clubes-Estado como el PSG, a los que les sobra dinero para comprar a cualquiera pero carecen de historia para convencer a quienes buscan la gloria.

Aunque parezca una frivolidad escribir hoy sobre estas gansadas en mitad de una guerra cruel y una crisis energética pavorosa, no hay que despreciar el valor que nos ofrece un joven deportista de extracción humilde resistiéndose a ser tratado como si fuera un purasangre inglés por un jeque medieval caprichoso. Es obsceno que algunos millonarios de este mundo no respeten nada ni a nadie por el mero hecho de tener dinero. Dice el refrán que todo hombre tiene un precio, pero ¿hasta el punto de humillarlo?, ¿hasta el punto de quebrar la dignidad y los sueños de cualquiera con tal de sentirse dueños del objeto, del animal o la persona?

El joven Kylian Mbappé vivió su adolescencia con su habitación empapelada de pósters del Real Madrid, Zidane y Ronaldo. Difícil modificar emociones deportivas consolidadas, mucho más si están interiorizadas por los triunfos europeos de sus ídolos. Aunque el dinero y la fama fácil, cuando la suerte y el talento sobran, pueden convertir en marionetas a casi todos. Y arruinar el verdadero triunfo, el que tú eliges, por el que empeñas esfuerzo y talento para lograrlo. Volvemos a una adversativa, aunque pocos se resisten a los cantos de sirena, a la plata fácil y a la fama estúpida.

Kylian Mbappé es una de las excepciones, ha elegido escoger su sueño, jugar en el club más laureado de Europa, el mejor del s. XX, donde triunfaron los ídolos de su adolescencia. Y lo ha hecho manteniéndose firme ante la avalancha de millones de sus propietarios.

Sin darse cuenta, ya se ha convertido en leyenda, no por sus capacidades deportivas, sino por su ejemplaridad. Le sobra talento, ya ha logrado triunfos que la inmensa mayoría de futbolistas de élite no alcanzará jamás. Nadie duda de que logrará convertirse en el mejor jugador de la década. Y será único, porque nadie lo consiguió comprar como si fuera un trozo de carne. Eligió. Esa dignidad no se compra con dinero ni con nada, como no se compran la historia y la gloria que el Madrid logró a base de hazañas, esfuerzos y años, y que sólo los mejores alcanzan si los demás se la otorgan. Como la de Rafa Nadal, que me costaría atribuir solo a sus triunfos deportivos sin tener en cuenta su comportamiento humano.

Yo no sé si el joven Kylian Mbappé ya ha fichado por el Real Madrid o si tiene su palabra comprometida para hacerlo en breve, de lo que no hay duda alguna es de que sus amos actuales (así es como se comportan) perdieron ayer todas las opciones para pervertirlo. La mirada embelesada de niño recorriendo ayer por la mañana las gradas del escenario de sus sueños, absorto y ajeno a sus compañeros, lo dice todo. Y la gesta una vez más de su rival de ayer le deben de haber consolidado en lo acertado de su elección.

Acaba de empezar la leyenda de Kylian Mbappé, el joven deportista que eligió su sueño, su dignidad y su libertad, frente al dinero. Al fin y al cabo, ya le sobra. Como la inteligencia.

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