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Carmelo Jordá

Juventudes, divino trinque

Las juventudes de los partidos se limitan a duplicar la estructura organizativa de sus mayores y beneficiarse del reparto de puestecillos y prebendas.

Las juventudes de los partidos se limitan a duplicar la estructura organizativa de sus mayores y beneficiarse del reparto de puestecillos y prebendas.

No es Ana Botella uno de mis políticos preferidos, y su gestión de la tragedia del Madrid Arena está dejando mucho que desear, pero hay que reconocerle que el otro día dijo algo muy inteligente e interesante y, sobre todo, que no suele uno oír de políticos profesionales como ella.

Me refiero, por supuesto, a su propuesta de eliminar las juventudes de los partidos, esas secciones en las que los cachorros de todas las grandes formaciones políticas, con la excepción de UPyD, van aprendiendo las artes del medre, el trinque e incluso el apalanque poltronil.

Por supuesto, a la propia rama joven de los populares, que responde por Nuevas Generaciones –no me hagan chistes–, le faltó tiempo para responder, con un comunicado oficial y todo, que lo que había dicho la alcaldesa era feo feísimo y que ellos son más necesarios que la Macarena en la Semana Santa sevillana.

Contrasta dicha rapidez con el silencio que la vanguardia juvenil del PP ha mantenido con cuestiones que eran, al menos, tan opinables como la frase de Botella. Pongamos como ejemplos las brutales subidas de impuestos, los planes de Gallardón para pastelear con el PSOE en lugar de despolitizar la justicia, la extra de los funcionarios... Eso, por no mencionar los casos de corrupción, unos más presuntos que otros, que adornan las portadas estos días. En fin, que con mayor o menor razón tenía opciones para protestar y sólo lo ha hecho cuando ha visto ligeramente amenazado su tenderete.

Porque del tenderete se trata y no de otra cosa: nadie pone en duda el derecho de los jóvenes a participar en política –por muy lamentable que nos parezca que alguien de 18 años se meta ya en esas cosas–, pero para que un joven participe en política no hace falta crear una organización llena de cargos y carguitos y de chavalines que con veintipocos años son concejales o asesores de un ayuntamiento, una diputación o una consejería... a cambio de un generosísimo sueldo.

¿Alguien recuerda alguna iniciativa relevante de cualquier organización juvenil de cualquier partido? ¿Tienen ustedes en mente alguna idea descollante, un programa esclarecedor o un proyecto que nos dejase boquiabiertos o que, al menos, tuviese la más mínima influencia? Pueden ahorrarse la respuesta.

No, las juventudes de los partidos no han aportado nada a la política española, se limitan a duplicar la estructura organizativa de sus mayores, llenarse de cargos y beneficiarse generosamente del reparto de puestecillos y prebendas.

Pero miento, algo sí han aportado a la política española: varias hornadas de políticos profesionales, en el peor sentido del término, que han aprendido desde prácticamente la adolescencia lo más rastrero de la vida en los partidos, que no han conocido otro círculo de amistades, que no se han ganado la vida fuera de su formación política y que dependen de ella para mantener un ritmo de vida que saben que no merecen.

Hace años conocí a dos de estos jóvenes. Eran altos cargos de su organización y, pese a que acababan de estrenar la veintena, se llamaban uno a otro "presidente" y "vicepresidente" en sus conversaciones personales. Casi imberbes y ya estaban así de maleados.

Por ahí deben de andar, bien agarraditos al trinque.

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