Menú
Carmelo Jordá

La insolvencia y la mala fe de Sánchez

Sánchez ha bajado la guardia confiado en que podía hablar todo el tiempo que quisiese y Feijóo lo ha tumbado inmisericordemente.

Sánchez ha bajado la guardia confiado en que podía hablar todo el tiempo que quisiese y Feijóo lo ha tumbado inmisericordemente.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su cara a cara con Feijóo en el Senado. | EFE

Recuerdo hace muchos años un combate de Poli Díaz, cuando la carrera del Potro de Vallecas empezaba a declinar, que lo enfrentó a Pernell Whitaker, con mucho el mejor boxeador del mundo en su categoría. En un momento de los primeros asaltos el bueno de Poli bajó la guardia haciendo uno de sus habituales gestos de chulería, pero le salió tan mal como que estuvo a punto de ser noqueado por su rival. Al final, por supuesto, perdió el combate –aunque aguantó hasta el final–, nunca fue campeón del mundo y terminó de deslizarse por esa pendiente cuyo final todos ustedes conocen.

Algo similar le ha ocurrido este martes a Pedro Sánchez en el Senado: ha ido a un combate –en su caso amañado por el uso abusivo de los turnos– con el líder de la oposición, ha bajado la guardia confiado en que podía hablar todo el tiempo que quisiese y Feijóo lo ha tumbado inmisericordemente porque se había preparado mejor y porque el presidente del Gobierno no es, aunque pueda llegar parecerlo, un buen parlamentario.

Y eso a pesar de que tiene una capacidad para mentir y una falta absoluta de escrúpulos que en esta sociedad desmemoriada son, como ya hemos comentado alguna vez, auténticas bombas nucleares parlamentarias. Pero ni aun así: por un lado, la retórica sanchista y su triunfalismo se dan tan de bruces con la realidad del día a día de los españoles que yo creo que ya tienen un efecto contraproducente; por el otro ha sido tan evidente que su única intención era hacer oposición al jefe de la oposición que Feijóo sólo ha necesitado una frase para desarmarle: "Su intervención no es propia de un presidente, para hacer oposición sólo tiene que esperar a las próximas elecciones". KO, ya que estamos con símiles pugilísticos.

¿Tan terrible ha sido? Preguntarán ustedes si han tenido la suerte de no verlo en directo. Terrible no, ha sido peor: Sánchez ha dedicado unas dos horas y media, y en especial casi cincuenta minutos de su primera réplica a Feijóo, en atacar al popular. Le ha acusado una veintena de veces de "insolvencia o mala fe", le ha dicho que llamarle "el otoño del patriarca" es un insulto horroroso y ha criticado no sólo su labor como jefe de la oposición, sino también como presidente de Galicia. Sí, se ha metido con la gestión de Feijóo tras cuatro mayorías absolutas y, sobre todo y como bien ha recordado el líder del PP, después de que en las últimas elecciones que él volvió a ganar el PSOE fuese el tercer partido en el parlamento gallego.

Tampoco es que me haya sorprendido mucho: cada vez más, la situación del Gobierno parece desesperada y, ante el diluvio de encuestas negativas, la reacción de Sánchez y los suyos está siendo la previsible. ¿Qué otra cosa podría hacer un grupo de advenedizos inmorales que combinan una incapacidad congénita para gobernar con una amoralidad absoluta que les permite usar todos los resortes del poder –y los reglamentos parlamentarios, por ejemplo– para tratar de seguir en el machito?

En resumen: insolvencia y mala fe, que es precisamente de lo que Sánchez ha acusado una y otra vez a Feijóo, cumpliendo con una de las normas fundamentales de la izquierda: acusar a los demás de lo que hacen ellos.

Temas

En España

    0
    comentarios