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Cayetano González

Es el Estado de derecho, estúpidos

Lo que no han tenido en cuenta los cabecillas del golpe secesionista dado en Cataluña, es que, efectivamente, España es algo más que Rajoy.

Lo dijo muy bien la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, en el pleno-mitin que el presidente de sólo una mitad, la independentista, del Parlamento de Cataluña, montó el pasado sábado al no poderse celebrar la segunda parte de la investidura del ya para entonces preso Josep Turull. Dirigiéndose a los parlamentarios de Juntos por Cataluña, ERC y la CUP, Arrimadas les puso frente al espejo: "Han creído que Cataluña era sólo ustedes y que España era sólo Rajoy. Y afortunadamente Cataluña es mucho más que ustedes y España no es sólo Rajoy".

La primera parte de la afirmación de Arrimadas suponía recordarles, por si lo habían olvidado, que un partido netamente constitucionalista, Ciudadanos, fue, por primera vez, el más votado en las elecciones autonómicas del pasado 21 de diciembre, con una cómoda diferencia en votos sobre la siguiente candidatura, la que encabezaba Carles Puigdemont.

En cuanto a no haber tenido en cuenta, los independentistas, que España no es sólo Rajoy, lo único que cabe decir es: ¡menos mal!, porque si hubiera dependido exclusivamente del actual inquilino de la Moncloa, el artículo 155 no se hubiera llegado ni a enunciar, porque aplicar, lo que se dice aplicar… Lo que hizo en octubre el Presidente del Gobierno fue un amago de 155, seguido de una convocatoria a todas luces precipitada de elecciones autonómicas sin esperar ni dar tiempo a que la justicia fuera haciendo su trabajo.

Los nacionalistas-independentistas de todo signo siempre han despreciado a España, amén de desear su destrucción y desaparición. Lo que en este caso que nos ocupa no han tenido en cuenta los cabecillas del golpe secesionista dado en Cataluña, es que, efectivamente, España es algo más que Rajoy. En estos meses se ha activado, por un lado, un sentimiento de patriotismo constitucional, que tuvo su reflejo en las dos grandes manifestaciones por las calles de Barcelona con banderas de España, o las que muchos ciudadanos colocaron en sus balcones. Y por otro, que hay un poder judicial que funciona con independencia y al margen de las conveniencias políticas del gobierno de turno.

Seguramente en el Palacio de la Moncloa no gustó del todo, incomodó algo, el encarcelamiento el pasado viernes de los Turull, Rull, Forcadel, Romeva y Bassa de turno; pero eso, también con toda seguridad, al juez Llarena le importaba una higa. Como tampoco debió gustar en el entorno monclovita que el mismo juez no siguiera hace unos días el criterio de la Fiscalía General del Estado y no dejara en libertad al que era el responsable político de los Mossos de Esquadra en el referéndum ilegal del pasado 1 de octubre, el ex –consejero de Interior, Joaquin Forn.

Que esta situación incomoda a Rajoy es un hecho, entre otras cosas porque le impedirá contar con el apoyo del PNV para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, ya que el partido de Urkullu y Ortuzar lo ha dejado claro: mientras siga el 155 en Cataluña, ni se sentarán a hablar de los presupuestos con el Gobierno.

Más allá de estas consideraciones, lo importante de lo sucedido en estos últimos días –detención de Puigdemont en Alemania incluida- es que el Estado de derecho funciona. Que el poder judicial avanza lento pero seguro. Que la ley tiene que ser igual para todos, y que el que se la salte, ya sabe a qué se enfrenta. Una de las pocas cosas sensatas que ha dicho el actual secretario general del PSOE tras la detención de Puigdemont es que "nadie está por encima de la ley". Y es verdad, aunque algunos –el caso del actual Presidente de la parte independentista del Parlamento de Cataluña es paradigmático- quieran retorcer hasta límites insospechados lo que es, lisa y llanamente, el funcionamiento normal del Estado de Derecho.

Por eso, a Inés Arrimadas sólo le faltó decir el pasado sábado en el Parlamento de Cataluña, rememorando y cambiando un término la famosa frase de la campaña de Bill Clinton en 1992: "es el Estado de Derecho, estúpidos". Tampoco hay seguridad que los independentistas presentes en la Cámara autonómica, a pesar de estar viendo desfilar hacia Estremera y Alcalá-Meco a sus compañeros de filas, lo hubieran entendido del todo.

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