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Cristina Losada

De catalán en Francia a súper facha en España

Se ha forjado un frente común anti Valls que incluye a separatistas, socialistas, podemitas, 'comunes' y populares. Para que luego digan que no se ponen de acuerdo en nada.

Se ha forjado un frente común anti Valls que incluye a separatistas, socialistas, podemitas, 'comunes' y populares. Para que luego digan que no se ponen de acuerdo en nada.
Manuel Valls, en un acto de SCC | EFE

Hace seis años, un político francés nacido en Barcelona, socialista, era nombrado ministro del Interior de Francia. El asunto no pasó desapercibido en la prensa de su lugar natal, que dio la noticia con titulares como éste: "El nuevo ministro del Interior es hijo de un republicano catalán". Ofrecían también datos esenciales como éste: era culé, ardoroso culé, y pariente del compositor del himno del Barcelona. Cuando dos años más tarde fue ascendido a primer ministro, la prensa regional no contuvo el orgullo. Decía La Vanguardia:"Valls, un primer ministro francés de Barcelona, culé y que habla catalán". Y aprovechaba el entonces alcalde de Gerona, aún desconocido para el gran público, el mismo Carles Puigdemont, para lanzar en su Twitter:

Es más fácil que un catalán sea primer ministro de Francia que no de España. Felicidades Manel (sic) Valls. ¡Y mucha suerte!

Todo lo tenía Manuel Valls para que lo quisieran en Cataluña y en Barcelona, según los mismos que hoy le tachan de perdedor y de don nadie. Es una extraña y risible metaformosis opinativa la que están haciendo los que se enorgullecían de su papel estelar en la política francesa. Pero desde que Valls ha anunciado que está pensando en aceptar la oferta de Ciudadanos para ser candidato a la Alcaldía de Barcelona, los elogios han mutado en desprecios e insultos. Le han caído las dos efes: la de fracasado y la de facha.

Ya no es un catalán importante en la política de Francia, sino un españolista rancio que al ser repudiado por los franceses quiere lanzarse como paracaidista sobre Barcelona. La posible candidatura de Valls ha tenido el mérito extravagante de unir a un amplio espectro político y periodístico (práctica redundancia en este caso) en su contra. Se ha forjado un frente común anti Valls que incluye a separatistas, socialistas, podemitas, comunes y populares. Para que luego digan que no se ponen de acuerdo en nada. Ahí tienen un consenso.

Nada une más en política que la aparición de un rival de peso. Suscita de inmediato la ira de los mediocres. Provoca un rechazo visceral incontenible. No ya por el temor a que puede ganarles, sino por la comparación lacerante. No la soportan. No pueden soportar la competencia –en ambos sentidos– de un político veterano, de un hombre que ha sido primer ministro y ministro del Interior, que fue alcalde durante una década, que ha estado en el meollo de la política de un país europeo del rango de Francia. Y si ese político se halla comprometido con la defensa de España y su democracia frente a los ataques separatistas, el rebote es monumental.

Monumental como el ridículo de la alcaldesa Colau, que le ha etiquetado de "reaccionario". Dice que hay quienes "están desesperados buscando nombres famosos." Pero, oiga, ¿por qué la auparon a candidata a la alcaldía, si no fue por haberse dado a conocer con su activismo antidesahucios? El exalcalde Xavier Trías apuesta más fuerte. Trías dice que Valls "es un facha". Trías, un ácrata de toda la vida, vamos, dice que Valls tiene "tics autoritarios" que le ponen la piel de gallina. Habla un partido cuyos tics corruptos eran tan fuertes que para ocultarlos tuvo que ponerse la máscara de otro nombre. Y luego la imprudencia de Jaume Collboni, que será el candidato del PSC, al sentenciar que no deben darse "premios de consolación para carreras políticas frustradas". ¿Y si se lo aplican a él en el caso de que vuelva a tener un resultado tan malo como en las últimas elecciones? El PSC sufrió una sangría de votos y quedó en quinto lugar. Frustrante.

El podemismo se ha agitado mucho con lo de Valls. Echenique le acusa de favorecer la xenofobia de Marine Le Pen y Errejón, directamente de racista. Con Le Pen tenían coincidencias inquietantes los de Podemos. Pero, en todo caso, lo que hizo Valls, como ministro del Interior, fue ordenar que se desmantelaran campamentos de gitanos rumanos y búlgaros que habían proliferado en Francia y que estaban ilegalmente en el país. "Para que la inmigración siga siendo una posibilidad tenemos que controlar los flujos migratorios", dijo entonces. Los podemitas ven xenofobia en todos lados, menos en el separatismo catalán.

Falta Hernando. Al Partido Popular tampoco le gusta nada que una voz clara y articulada contra el separatismo pueda entrar en la arena política española. "Viene de un fracaso", dijo el portavoz. Pero si Valls es un fracasado y un don nadie, asombra que les preocupe que sea candidato. Por qué se ponen tantos tan histéricos si creen que es un perdedor al que le van a ganar con la gorra. No hace falta que respondan. Ya lo han hecho.

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