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Cristina Losada

De faldas y otras imposturas

Como tantos políticos que en público chapurrean en gallego normativo (otra invención), el presidente de la Xunta es castellanohablante. Para falso, su gallego. Lo ha "importado".

Charles Maurras, el ideólogo de Action Française, escribió a principios del siglo XX que un socialismo "liberado del elemento democrático y cosmopolita puede venirle al nacionalismo como un guante bien hecho a una bella mano". No mucho después, esa fusión se hizo trágica realidad en Europa, pero lo tremendo es que al cabo del tiempo se haya producido en España el acoplamiento de aquella mano y aquel guante.

Es leer las palabras del ultranacionalista y reaccionario hombre de letras francés (nacionalista y reaccionario son pareja de hecho estable) y visualizar a personajes de nuestro entorno. Dígase socialismo privado de rasgos cosmopolitas y bajo de glóbulos democráticos y empieza a desfilar el elenco. Entran los Montilla, los López, los Touriño; gentes que pueden prescindir de currículo profesional cuando lo tienen, pero no de calarse la boina, la barretina y cualquier seña de identidad regional en alza.

En la Galicia de Touriño y Quintana unos avispados han lanzado una falda masculina "tradicional" que pronto habrán llevado desde hace siglos los gaiteiros, por lo menos. Ya lo dijo Orwell: "quien controla el presente, controla el pasado". Del tenor del kilt escocés con colores galaicos son las innovaciones y los progresos que pueden esperarse en Comunidades sumidas en el ombliguismo. Sólo en esos microcosmos cerrados puede un partido en el Gobierno, cual el BNG, proponer un "Estatuto de nación" como amuleto para espantar la crisis –¡meigas fora!– sin que nadie se escandalice. Así las cosas, hasta parece más útil el Plan Estratégico de Juegos Tradicionales aprobado no hace mucho.

Touriño, naturalmente, asiente. En elparlamentiñoacaba de embestir contra las "minorías" que quieren "importar" unas "falsas polémicas" sobre la lengua. No se atreve el socialista a cuestionar ninguno de los mitos nacionalistas, pero osa tildar de inexistentes los atropellos de derechos y los efectos perniciosos que comporta su decisión de erradicar el español de la enseñanza, la administración o el comercio. Como tantos políticos que en público chapurrean en gallego normativo (otra invención), el presidente de la Xunta es castellanohablante. Para falso, su gallego. Lo ha "importado". Pero en el teatro identitario, la impostura se ha hecho norma y tiene premio.

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