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Cristina Losada

El PP se desmaya ante un ratón

Si el PP sale de ésta, no será porque se haya conducido como un partido.

Si el PP sale de ésta, no será porque se haya conducido como un partido.

Si el PP sale de ésta, no será porque se haya conducido como un partido. En esas pocas y decisivas horas en las que crece el soufflé del escándalo no se vio a un partido por ninguna parte. Siempre que por partido se entienda algo distinto a un grupo de políticos en pleno desbarajuste y en trance de colapso. Dirigentes y barones regionales se despojaron raudos de su rango y, cual simples ciudadanos de a pie, reclamaron urgentes explicaciones, como si no fueran ellos, veteranos miembros de la cúpula partidaria, los que debían dar la explicación. Ninguno fue capaz de defender la honradez de su partido de forma tajante. O ninguno quiso. Y no hablemos de poner la mano en el fuego, que es una ordinariez.

¿Cierre de filas? Yo no he visto filas más desmadejadas que las que presentó el PP cuando se abrió la caja de las fotocopias. Compareció la secretaria general para negar la veracidad de los papeles y hubo entre los suyos quien les prestó credibilidad; involuntariamente, of course. Algunos pusieron tal distancia entre ellos y el affaire que manchaba su partido, que asombraba que estuvieran a punto de entrar en Génova, 13. Sánchez Camacho hizo allí un diagnóstico tan terminal y pidió explicaciones de manera tan ostentórea, que incitaba a preguntarle por qué no estaba cien metros más arriba, con los manifestantes. Aunque fue Oyarzábal quien produjo el borrador de un responso:

Al margen de que haya que cambiar las cosas que haya que cambiar, este es un partido que merece la pena seguir defendiendo.

En el papel de mindundis, del clásico yo soy un mandao que nada sabe de los asuntos de arriba, muchos fueron a la ejecutiva "a escuchar". Sólo a poner la oreja, que la cosa no iba con ellos, no tenían arte ni parte, y uno es jerarca del PP a tiempo parcial. Igual es que el PP no es un partido, sino un club. ¡A escuchar! No fuera que el presidente confesara que sí, que se lo había llevado crudo. ¿Cómo iban a responder ellos, meros dirigentes, de la conducta de su partido? A lo sumo, respondían de la limpieza de su parcela, y eso únicamente desde que era suya. Hasta el portavoz Alonso rehusó avalar así como así la honradez de dirigentes pasados o futuros. Vaya demostración de confianza. Extraordinaria. Y, al tiempo, nada de esto es completa novedad. Otro episodio de failure of nerve. Cuando vienen mal dadas, el PP se desmaya como una damisela impresionable ante un ratón.

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