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Cristina Losada

No hay pueblo en Brasil

En Brasil ha ganado el populismo y, en España, los populistas están indignados.

En Brasil ha ganado el populismo y, en España, los populistas están indignados.
Pablo Iglesias y Rafael Mayoral | EFE

En Brasil ha ganado el populismo y, en España, los populistas están indignados. Para nuestros populistas, que aprendieron los rudimentos del asunto en lucrativa asociación con el populismo sudamericano, lo de Bolsonaro es una victoria del fascismo, que es como le llaman al populismo opuesto al suyo, que es básicamente uno con el que no pueden hacer negocios. Los populistas se parecen más de lo que se diferencian. Que sean de izquierdas o de derechas es accesorio. El populismo se quiere por encima de esa divisoria ideológica, aunque el más oportunista vuelve a esas coordenadas cuando le conviene.

Fue interesante ver cómo nuestros populistas informaban, es un decir, del devenir de las elecciones brasileñas. El día antes mostraban su confianza en que "el pueblo brasileño" pusiera "freno al fascismo". Habían enviado allí a un diputado, Mayoral, a convencer al pueblo y a apoyarlo "frente al fascismo". ¿Qué podía salir mal? Cuando el pueblo brasileño dio la espalda a las indicaciones de nuestros populistas y al apoyo del diputado Mayoral, aquella confianza desapareció.

No sólo eso. Como la mayoría del pueblo brasileño había votado por Bolsonaro, el pueblo brasileño también desapareció. En su lugar, aparecieron "los millonarios". Eran los que habían aupado al fascista al poder. Aun contando con que hubiera algún pobre desnortado, nos saldría que en Brasil hay un número pasmoso de millonarios, dado que el candidato fue elegido por más de 57 millones de votantes. Para los populistas, el pueblo sólo es pueblo cuando los vota a ellos. No hay que confundir el pueblo del populista con el pueblo.

Nuestros populistas han encontrado a otro culpable, aparte de los millonarios. Ese culpable son las fake news. Las noticias falsas difundidas a través de las redes sociales. Esto tiene especial relevancia cuando lo dicen unos expertos en esa materia y otras similares. Cuando lo dicen los que han utilizado las redes como cajas de resonancia de su asalto a la realidad. El partido Podemos no hubiera llegado a tanto sin su gigantesca manipulación de la crisis. De la crisis y la corrupción. Y hay en esto un paralelismo importante con el ascenso de Bolsonaro, ligado a la inmensa corrupción del izquierdista Partido de los Trabajadores. También en Brasil la corrupción política fue la materia prima de la fábrica populista. Si acaso lo que podrían reprocharle nuestros populistas a Bolsonaro es que los copió.

La tergiversación sistemática que practica Podemos es visible en esa inquietud suya por las fake news. Por cierto: Trump fue el primero que usó ese término para desacreditar a la prensa. Cuando la CNN o el New York Times publicaban algo que le molestaba, no decía eso es falso o incorrecto o mentira. Gritaba fake news! Y tuvo éxito. Los podemitas no hacen más que imitarle. Aunque Podemos ha sido mucho mejor tratado por los medios tradicionales españoles que Trump por los medios tradicionales norteamericanos. Los platós de ciertas televisiones han sido suyos, a medida. Ese trato de favor no les parece nunca suficiente, de ahí sus avisos a la prensa desafecta, como el que acaba de dar Iglesias mientras denunciaba a Bolsonaro por hacer lo mismo que hace él. Para el populista, fake news son todas las news que escapan a su control. Es decir, las noticias.

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