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Daniel Rodríguez Herrera

No a otra matanza en Siria

Nos interesan los muertos si y solo si el gigante norteamericano tiene algo que ver con ellos.

Nos interesan los muertos si y solo si el gigante norteamericano tiene algo que ver con ellos.

No sé si se acuerdan ustedes de la Primavera Árabe. Parecía que iban a acabar las dictaduras militares de la región y dar paso a ejemplares democracias suizas. Ya han pasado varios años y hemos visto como resultado Gobiernos islamistas de varios tipos, golpes de Estado y una guerra civil en Siria que parece que nunca vaya a acabar. El tiempo todo lo anestesia, y tras dos años y medio de conflicto la mayoría no parece pensar mucho en Siria si no tiene un interés personal en el país o la región. Pero hete aquí que se ha obrado el milagro y ha bastado la intención del Nobel de la Paz preventivo de tirar bombas para que de repente a todo el mundo le importe lo que sucede en Siria.

Honestamente, no tengo ni la más remota idea de si una hipotética intervención useña en Siria ayudaría a que la guerra terminara con menos muertos o no. No la tiene nadie. En primer lugar, porque ni siquiera está muy claro qué piensan hacer si finalmente se deciden a hacer algo. Y segundo porque es muy difícil predecir, especialmente el futuro. Nadie acertó con Irak, ni el desastre de los primeros años de ocupación los unos ni el éxito de la estrategia de Petraeus los otros.

Parece claro que Obama metió la pata hasta el corvejón trazando una línea roja cuando no tenía ninguna intención de castigar a quien la traspasara. Algo que puede hacer, digamos, Rajoy –cuya opinión no le importa una higa a nadie fuera de nuestras fronteras–, pero no el presidente del país más poderoso militarmente del mundo, con holgada diferencia sobre los demás. Ahora se ve arrastrado por sus palabras, deseando como desea no hacer nada y poder echar la culpa a cualquier otro de su inacción.

Si finalmente entra en la guerra, el resultado será incierto. Podría debilitar al bando más fuerte y alargarla, o atacar al débil y acortarla. Podría ganar influencia entre quienes resulten finalmente vencedores para lograr un Gobierno menos malo o hacerse un Libia. Aunque parece claro que una intervención inteligente debería ir encaminada a apoyar a los insurgentes menos islamistas y procurar que sean ellos quienes sucedan en el poder a Asad, la incapacidad demostrada durante la gestión de esta crisis hace temer que los resultados de un ataque provoquen justo lo contrario.

Pero lo que está claro es que matanza, lo que se dice matanza, ya la hay en Siria, y una operación norteamericana podría, aun sumando sus víctimas directas, rebajar la cifra total de muertos en el conflicto. Llevarse ahora las manos a la cabeza tras años de desinterés no demuestra interés alguno por los sirios. Demuestra interés por Estados Unidos. Demuestra que nos interesan los muertos si y solo si el gigante norteamericano tiene algo que ver con ellos. Demuestra que para nosotros 100.000 muertos no son nada porque los han matado otros sirios, y al fin y al cabo tanto las víctimas como los verdugos son musulmanes, árabes y en resumidas cuentas gente que está muy lejos y con la que no nos identificamos. Todo ello muy humano, sí, pero que suena un poco hipócrita, la verdad.

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