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EDITORIAL

Carmena inmoviliza Madrid

Carmena ha demostrado una vez más no sólo su incapacidad absoluta para gestionar una ciudad como Madrid, sino que los madrileños no le importan lo más mínimo.

Carmena ha demostrado una vez más no sólo su incapacidad absoluta para gestionar una ciudad como Madrid, sino que los madrileños no le importan lo más mínimo.
Madrid, colapsada en el Día Sin Coches | Twitter

Una vez más, la farsa del Día Sin Coches no ha dejado más que atascos e incomodidades de todo tipo para la tan sufrida como ignorada ciudadanía.

Los madrileños, además, han tenido que soportar lo que verdaderamente parecen burlas de una alcaldesa que primero dijo "El día del colapso aún no ha llegado" y después remató con un estupefaciente "Vamos concienciándonos y cambiando cómo nos movemos". Sería para reírse si no fuera para llorar de la rabia ante los desmanes de semejante iluminada.

Manuela Carmena ha demostrado una vez más no sólo su incapacidad absoluta para gestionar una ciudad del tamaño, la vitalidad y la importancia de Madrid, sino que la necesidades y los problemas de los madrileños le son totalmente indiferentes: sus únicas preocupaciones son imponer desde la Alcaldía una anticuada y fracasada ideología y, ahí está la ominosa radio municipal de nuevo cuño, repartir el dinero público entre artistas, expertos, periodistas y colectivos de su cuerda liberticida.

La grotesca payasada del Día Sin Coches, que perpetran con fruición tanto los alcaldes del cambio como los de la vieja política, es un acabado e indignante ejemplo de la tóxica ingeniería social que suele practicar la clase política. De lo que se trata aquí es de obligar a los ciudadanos a cambiar sus hábitos en contra de su voluntad; las nefastas consecuencias, por supuesto, las sufren los propios ciudadanos, no los arrogantes insensatos que dicen representarlos. Habría que ver a la anciana Carmena recurriendo todos los días a la bicicleta para moverse por Madrid, como alienta ridículamente en días como estos.

La inquina de los políticos y sus asesores contra los coches y los mensajes que se oyen estos días, del estilo "Hay que ganar la ciudad para las personas", son de una desfachatez monumental, así como completamente estúpidos. Y una afrenta a los conductores, que ya no es que sean personas, pese a lo que vienen a sostener los hipócritas ungidos que también conducen o se hacen conducir, sino que además soportan unas cargas tributarias perfectamente intolerables.

Ya basta de insidiosos experimentos sociales: los ciudadanos de cualquier gran urbe eligen su medio de transporte en virtud de lo que les es más útil en sus a menudo complejas circunstancias, y ninguna alcaldesa ni listillo de turno es quién para amargarles la vida con planes persistentemente inútiles y enojosos.

Más le valdría a Carmena ocuparse de la descomunal suciedad que anega Madrid, y de los demás problemas de primer orden que presenta la capital, muchos de los cuales no hacen más que agravarse por la horrenda gestión de su descalificable equipo de Gobierno.

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