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EDITORIAL

El PNV se suma a la impunidad secesionista

Sólo nuevas formaciones como VOX parecen dispuestas a batallar en defensa de la unidad de la Nación española, principio básico de la Constitución.

Como era de esperar a tenor del caldo de cultivo propiciado por los separatistas catalanes y su operación secesionista, los nacionalistas vascos han decidido también dar un paso adelante y sumarse a esta fiebre del "derecho a decidir" para exigir la separación de un territorio de España a espaldas del único sujeto soberano reconocido legalmente: el pueblo español. Se podrá argüir que el argumento ya ha sido utilizado por el PNV en anteriores celebraciones identitarias, pero nunca como hasta ahora los esfuerzos coordinados de las formaciones separatistas habían tenido enfrente a unos partidos nacionales tan dispuestos a transigir con esta deslealtad de tintes delictivos, bajo el pretexto de la ausencia de violencia en el caso vasco, o la necesidad de dialogar a toda costa para salir de la crisis económica en el proceso catalán.

En su manifiesto del "Día de la Patria Vasca" el PNV supera en delirio al nacionalismo catalán, pues no se limita a pedir un puesto en Europa para el País Vasco como Estado soberano sino que, por añadidura, exige fracturar a Francia y España para apropiarse de cuatro territorios que los desvaríos aranistas consideran propios de una nación vasca que jamás ha existido salvo en las ensoñaciones de los peneuvistas más radicales.

El impulso abierto de la sedición por partidos con representación parlamentaria que, además, dirigen órganos del Estado tan importantes como las comunidades autónomas vasca y catalana, es algo que no tiene parangón en ningún otro país de Europa ni del resto de Occidente. Pero eso es porque en ninguno de esos países las fuerzas políticas mayoritarias toleran los excesos antinacionales que PP y PSOE admiten aquí con total tranquilidad, en una especie de competición suicida por ver quién es más lacayuno con los partidos que buscan, primeramente y por encima de todo, destruir la nación de la que forman parte. El resultado es que el cumplimiento de la normativa sobre símbolos nacionales en numerosos ayuntamientos - a la fuerza y tras diversos requerimientos administrativos-, sea una noticia digna de ocupar un lugar destacado en la actualidad tal y como hemos venido relatando en Libertad Digital en el caso de varias corporaciones locales catalanas.

El proceso de rendición ante la banda terrorista ETA - iniciado por los socialistas y continuado por el Gobierno de Rajoy-, y el desmantelamiento del PP vasco tal y como lo hemos conocido siempre, son dos jalones en un proceso que el PNV está dispuesto a culminar al socaire del impulso secesionista puesto en marcha impunemente por el nacionalismo catalán. Frente a este doble desafío, el PP prefiere seguir contemporizando como hasta ahora sin adoptar ninguna decisión de calado, mientras el PSOE continúa encelado en un absurdo proceso de reforma federalista de la Constitución que ninguno de sus dirigentes ha conseguido explicar porque, sencillamente, se trata de un proyecto inexplicable dada la arquitectura territorial de la España actual.

Sólo nuevas formaciones, como el partido VOX, parecen dispuestas a dar la batalla en defensa de la unidad de la Nación española, principio básico consagrado en nuestra Constitución que da sentido a nuestra condición de ciudadanos de un país libre y soberano. Muy pronto veremos si ese mensaje cala en los votantes tradicionales de los dos partidos mayoritarios, cuya renuncia a dar la batalla al separatismo es, con seguridad, la traición más grave que la casta política ha cometido contra los que la financiamos.

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