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EDITORIAL

El Rey en el Mobile World Congress

Los separatistas y sus infames tontos útiles destrozan la imagen internacional de Barcelona ante la inacción del Gobierno de la Nación, que sigue adelante con su aplicación homeopática del 155.

El Mobile World Congress (MWC) es la feria de telefonía móvil y telecomunicaciones más importante del mundo. Su celebración en Barcelona congrega a los más importantes representantes del sector y convierte a la Ciudad Condal en la capital mundial de las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación. El impacto económico del MWC supera los 400 millones de euros, lo que hace de él un elemento extraordinariamente dinamizador de la economía local, tan perjudicada por los desmanes de los golpistas.

En cualquier otro lugar del mundo, las autoridades harían todos los esfuerzos posibles para asegurarse la celebración anual de este acontecimiento que tantos beneficios, económicos y de imagen, aporta. Sin embargo, el nacionalismo catalán, cuya capacidad destructiva es verdaderamente asombrosa, va a aprovechar la edición de este para perpetrar otro despliegue intoxicador de victimismo fake y poner de manifiesto su insano odio a España.

El rey Felipe VI, que acude a la feria para, precisamente, evitar que Barcelona sufra otra pérdida tremenda por culpa del separatismo liberticida, está en el punto de mira de los golpistas y de sus socios común-podemistas, que, encabezados por la descalificable alcaldesa de Barcelona, Inmaculada Colau, boicotearon este domingo la recepción protocolaria del monarca. Por su parte, el ridículo presidente del Parlamento regional (al que el viernes pusieron memorablemente en su sitio en el Colegio de Abogados de Barcelona), Roger Torrent, acudió a la cena de bienvenida con el infame lazo amarillo de apoyo a los golpistas presos, mientras que el secretario de Telecomunicaciones de la Generalidad, un tal Puigneró, se sumó al estrambótico boicot contra Don Felipe renunciando a asistir al ágape.

Lo más sangrante de este nuevo episodio tan indigno como sonrojante es que los separatistas y sus infames tontos útiles destrozan la imagen internacional de Barcelona ante la inacción del Gobierno de la Nación, que sigue adelante con su aplicación homeopática del artículo 155, inicuamente inocua.

El problema, por tanto, no es sólo que Barcelona tenga una alcaldesa grotesca, sectaria y ruin que prefiere hundir definitivamente la imagen internacional de la ciudad y perder para siempre la celebración del MWC a cambio de seguir contando con el apoyo del separatismo; sino que enfrente no hay un Gobierno dispuesto a restaurar el orden constitucional en la capital de Cataluña y en el resto del Principado. Un Gobierno que materialice las palabras de Don Felipe en su célebre discurso de octubre, donde retrató a los golpistas como lo que son y prometió a sus víctimas principales, los españoles de Cataluña, que no seguirían estando a su merced liberticida.

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