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EDITORIAL

La lengua como barrera

Los problemas que están creando las políticas lingüísticas liberticidas son de extrema gravedad, y PP y PSOE son tremendamente responsables.

Para los nacionalistas y para la predominante izquierda reaccionaria, la lengua no es tanto una herramienta de comunicación como un excluyente y coactivo elemento de identidad colectiva. De ahí su furibunda reacción a la sensata reforma legislativa con la que Ciudadanos trata de conseguir, aun de forma timorata y poco precisa, que las lenguas cooficiales no sean obstáculo para la movilidad laboral de los españoles en su propio país ni para la promoción de los mejores profesionales en las Administraciones.

La finalidad de esa reforma es tan razonable y tan de sentido común que la histriónica portavoz del PSOE, Margarita Robles, no ha hecho más que acusar a Ciudadanos de querer sacar "rédito electoral". Como si lo malo de la propuesta fuera un amplio respaldo de la ciudadanía. Si el PSOE no quiere que el partido de Albert Rivera saque tajada o hacerse la foto, lo tiene tan fácil como apoyarla o negociar su mejora en aquello que considere oportuno.

Nada sería mas coherente con las siglas que aún ostenta el PSOE y nada le vendría mejor desde un punto de vista electoral que desmarcarse de Podemos en este y otros asuntos de gran importancia, para dejar claro que en España hay una izquierda que, adiferencia de la que lidera Pablo Iglesias, no se somete a los delirios identitarios de los nacionalistas.

España no es un Estado plurinacional ni una yuxtaposición de comunidades lingüísticas distintas. España es una nación con una lengua común en la que todos sus ciudadanos pueden comunicarse entre sí. Que en algunas comunidades existan además lenguas locales es algo que no debe ser utilizado para marginar o imponer barreras empobrecedoras que excluyen tanto como aíslan.

Otro tanto se le podría decir al PP, que aún no sabe si respaldar la propuesta pero luego lloriquea con que Ciudadanos le come el terreno y le deja sin votantes.

Los problemas que están creando las políticas lingüísticas liberticidas en un país que dispone de una lengua común no se acaban en Cataluña o Baleares; son problemas de extrema gravedad y de los que PP y PSOE son tremendamente responsables.

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