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EDITORIAL

Rajoy no está para polémicas… ni para nada

Quien no está haciendo bien su trabajo es el presidente del Gobierno, de ahí que los Mozos, la Generalidad y TV3 sigan siendo herramientas del golpismo separatista.

Negar la existencia de un problema es un socorrido –y ominoso– medio de evitarse el trabajo de darle una solución. Y esto es, lisa y llanamente, lo que ha hecho este martes el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al no admitir la escandalosa actitud de muchos mozos de escuadra ante la violencia desatada por los repulsivos Comités de Defensa de la República, que en los últimos días han podido cortar carreteras y quemar contenedores con indignante impunidad y que ahora amenazan con llevar Cataluña al colapso.

Poco parece importarle a Rajoy que el clamor ciudadano contra la dejadez de la Policía autonómica haya llevado a un dirigente del PP, Javier Maroto, a declarar: "Alguien no está haciendo bien su trabajo". Pero Rajoy considera que la actuación de los Mozos de Escuadra, supuestamente bajo control del Ministerio del Interior en el marco de la fantasmagórica aplicación del artículo 155 de la Constitución, está siendo satisfactoria, y pone como ejemplo las ridículas e insuficientes "actuaciones, identificaciones y detenciones" que han practicado, que no han evitado que los separatistas violentos campen a sus anchas en Cataluña.

Que Rajoy pretenda zanjar un asunto tan grave afirmando que "crear polémicas" al respecto "no conduce absolutamente a nada positivo" no debería sorprender, a estas alturas, a nadie: es el más puro estilo de este infausto presidente del Gobierno. Ante el gravísimo chantaje que le hizo en 2012 Artur Mas como colofón a la multitudinaria manifestación de la Diada que dio arranque al proceso secesionista, Rajoy se limitó a decir que España no estaba para "algarabías". Cuando los separatistas consumaron, dos años después, el referéndum ilegal del 9-N, Rajoy quiso quitar importancia a los hechos haciendo creer que no había ocurrido lo que no se había atrevido a evitar. Consumada el año pasado la segunda y no menos ilegal consulta secesionista del 1-O, Rajoy, para no tener que hacerse cargo de la Administración autonómica, tuvo la desfachatez de ofrecer a los golpistas una mejor financiación autonómica e incluso una reforma constitucional. Tal era la determinación presidencial de no tener que intervenir la Generalidad que, una vez proclamada, días después, la independencia de Cataluña, Rajoy aún tuvo la ocurrencia de preguntar al cabecilla del golpe si lo que había declarado era lo que todos los españoles habíamos visto.

Con todo, nada revela con más nitidez la profunda renuencia de Rajoy a intervenir la Administración en rebeldía que su decisión de aplicar el artículo 155 de la Constitución sólo para convocar nuevas elecciones.

En conclusión, quien no está haciendo bien su trabajo es el presidente del Gobierno, de ahí que los Mozos, la Generalidad y TV3 sigan siendo herramientas del golpismo separatista. Lo que ocurre en Cataluña, en general, y muy especialmente en su muy politizada Policía regional, no es más que el lógico corolario de negarse a intervenir la Administración golpista incluso en aplicación del artículo 155 de la Constitución.

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