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EDITORIAL

RTVE, la competencia más desleal

RTVE no necesita nuevas víctimas a las que sangrar sino una drástica cura de adelgazamiento, que para empezar ponga en la calle a los que no informan sino que intoxican.

Desde que, ya hace ya diez años, José Luis Rodríguez Zapatero cambió el modelo de gestión de Radiotelevisión Española (RTVE), las televisiones privadas se ven obligadas a financiar anualmente a su mastodóntica competencia estatal con el 3% de sus ingresos brutos –y el pago de una tasa adicional por ocupación del dominio radioeléctrico–. A cambio, Zapatero autorizó la creación del conglomerado de medios de La Sexta para que perpetrara su nauseabundo agitprop desde la izquierda del Grupo Prisa.

Más tarde, el Gobierno de Rajoy puso el negocio de las televisiones privadas en manos del duopolio Mediaset-Atresmedia, que acapara la práctica totalidad del mercado publicitario en abierto y constituye una barrera de entrada insalvable para terceros operadores –a la que hay que sumar el propio sistema público de concesiones–.

Pues bien, algo muy parecido pretende hacer ahora Pedro Sánchez con las principales plataformas de televisión a la carta, a las que impondría un nuevo impuesto para tratar de cubrir el pozo sin fondo que es RTVE.

Según informaba este domingo El Confidencial, Sánchez quiere infligir a plataformas como Netflix, HBO, Amazon Premium o Filmin una mordida del orden del 1% de sus ingresos brutos (no de sus beneficios, en algunos casos inexistentes, por tratarse de un mercado en desarrollo), importe que iría destinado a financiar la ruinosa e hiperpolitizada RTVE.

El despropósito es evidente. En primer lugar, Sánchez busca atracar a unos emporios internacionales para los que el mercado español es una fracción muy pequeña de su negocio global, lo que otorga a su Gobierno una ridícula capacidad de presión. Pero es que, además, este tipo de exacciones acaba repercutiendo necesariamente en los consumidores, por lo que serán los españoles los que acaben soportando de tapadillo este nuevo impuesto para salvar a un monstruo ruinoso y escandalosamente sectario, como volvió a quedar de manifiesto este fin de semana con la noticia del telediario de TVE sobre las monjas "desaparecidas".

Y todo para mantener con vida un mastodonte que sólo en el área de televisión cuenta con dos canales generalistas, además de los temáticos Clan TV, Teledeporte y 24 Horas. A esas cinco cadenas nacionales hay que añadir los centros de producción territorial repartidos por las comunidades autónomas –con dos canales para TVE Catalunya (sic)– y el Canal Internacional, que a su vez tiene emisiones independientes para Europa, Asia y América.

No hay la menor justificación para semejante atropello. RTVE es una competidora tremendamente desleal que de ninguna de las maneras debe estar financiada por sus competidores. RTVE no necesita nuevas víctimas a las que sangrar sino una drástica cura de adelgazamiento, que para empezar ponga en la calle a los que no informan sino que intoxican y adoctrinan a la mayor gloria de la peor izquierda.

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