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EDITORIAL

VOX exhibe músculo

VOX no debería contagiarse de esa burda estrategia de Génova, que parece preferir a Sánchez antes que a VOX.

El partido de Santiago Abascal ha celebrado este pasado fin de semana un evento denominado VIVA 21 bajo el lema "España en pie". El éxito de la convocatoria, que ha contado con 20.000 participantes, demuestra la consolidación del partido conservador y lo confirma como un factor ineludible de la política española en los próximos años.

Desfondado el experimento de Albert Rivera y a punto de desaparecer por las traiciones de su cuadro dirigente, resulta evidente que el terreno del centro-derecha está en manos del PP y VOX, los dos partidos que cuentan con el apoyo electoral suficiente para expulsar a los socialcomunistas del poder. En el caso de los conservadores, su apoyo creciente en la calle aventura una probable mejora de sus resultados en las próximas elecciones generales. Unos comicios, por cierto, que Sánchez podría verse obligado a adelantar si sus socios separatistas acaban traicionándolo.

Las perspectivas de los ciudadanos que quieren una España unida, boyante en lo económico, con una fiscalidad moderada y firme ante las fuerzas disgregadoras son cada vez más halagüeñas, aunque el empeño de Abascal y Casado por tirarse los trastos a la cabeza en público resulte desmoralizador.

Este pasado fin de semana, Abascal ha reincidido en esta batalla cada vez más abierta con el Partido Popular, la formación sin la cual resultaráimposible desbancar al Gobierno socialcomunista. Es cierto que los dirigentes populares, cuya tosquedad intelectual es proverbial, cifran en el desplome de VOX sus esperanzas de obtener un gran resultado. Esa estrategia miserable explica los ataques constantes contra Abascal y la invitación a su electorado a pasarse a las filas del PP, donde se supone que estarán rodeados de socialdemócratas desencantados, que es el otro segmento electoral que Casado y Teodoro quieren incorporar a su base electoral.

Pero VOX no debería contagiarse de esa burda estrategia de Génova, que parece preferir a Sánchez antes que a VOX. El objetivo, como han dicho repetidamente Abascal y sus compañeros de directiva, es expulsar a Sánchez de La Moncloa y para ello resulta imprescindible un entendimiento entre las ya únicas fuerzas del centro-derecha. Esa guerra fratricida, que cada vez parece más enconada, desmoraliza al electorado de ambos partidos en beneficio de Sánchez y sus socios.

En Génova parecen incapaces de entender un razonamiento tan elemental. De los dirigentes de VOX cabría esperar algo más.

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