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Eduardo Goligorsky

Un sindicato para Lolita

Cuando funcione legalmente el sindicato de trabajadoras sexuales, las Lolitas que ofrece el anuncio de 'La Vanguardia' estarán protegidas.

Cuando funcione legalmente el sindicato de trabajadoras sexuales, las Lolitas que ofrece el anuncio de 'La Vanguardia' estarán protegidas.

La columna de Relaciones (sic) de los anuncios de La Vanguardiaestá estratégicamente situada en la sección Economía, que leen empresarios y ejecutivos. En ella encuentro (7, 10 y 12/9) esta propuesta, textual: LOLITAS LOLITAS 15 años contigo. Francés sin. Besitos con lengua. Griego, Figuran la calle, el número, el piso y la puerta, junto al teléfono y la dirección electrónica. No es más que una de las muchas ofertas procaces que inundan rutinariamente esta página, aunque tiene el agravante de la minoría de edad de las ofertadas y la promesa de prescindir del preservativo. ¿Y la ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Magdalena Valerio, qué opina? Envuelta en los algodones protectores de su despacho, opina a grito pelado que si las Lolitas de este país consiguen legalizar un sindicato para defender sus derechos, a ella, la ministra, le habrán "colado un gol por la escuadra" (LV, 30/8). A los proxenetas también. Extraña coincidencia.

Publicidad prostibularia

El mismo diario que lucra con un espacio de publicidad prostibularia, vertió en su edición del 5/9 un cúmulo de falacias prohibicionistas bajo el título: "Prostitución: se necesita una solución urgente. El negocio de la explotación del cuerpo de las mujeres aumenta sin medidas para atajarlo". No especifica, sin embargo, que el lector podrá encontrar, pocas páginas más adelante, las señas de los antros donde se practica esa explotación.

Informa el artículo en cuestión: "En España puede haber 1.500 locales en que se ejerce la prostitución, según datos recogidos por Europa Press, sin contar los pisos". La mayoría de estos locales se levantan en los bordes de las carreteras y se identifican con gigantescos y explícitos letreros luminosos. La negativa a otorgar derechos de sindicación a las mujeres que trabajan en ellos convierte al Estado en cómplice del "negocio de explotación del cuerpo de las mujeres". Cómplice y socio, porque recauda los impuestos sobre las ganancias, tanto más exorbitantes cuanto menor es la protección social de la que podrían disfrutar las prostitutas si estuvieran agremiadas.

Monsergas puritanas

Las monsergas puritanas recitadas con aire de superioridad moral que se utilizan para justificar el desprecio por las mujeres que practican este oficio, reduciéndolas a la condición de mercenarias sin escrúpulos si lo ejercen voluntariamente, no es más que un testimonio de la hipocresía con que sectores privilegiados de la sociedad encubren sus vicios privados. Las castigadas por el desamparo son las prostitutas de más bajo nivel, porque las escort girls de alto standing nadan en la abundancia gracias a sus tratos con políticos, empresarios, deportistas y gente de la farándula. Mientras la progresía ociosa se entretiene cazando trotacalles, las élites sofisticadas de Occidente ensayan experiencias sexuales tan innovadoras como los acoplamientos cibernéticos y los intercambios de parejas en clubes y cruceros especializados, sin que nadie se entrometa en sus vidas.

El énfasis en el dato de que muchas prostitutas –el 80%, según algunas estadísticas– son esclavas secuestradas por traficantes mafiosos debería servir como acicate para la intervención de las fuerzas del orden, no para privarlas de sus derechos. El que otras redes mafiosas –o las mismas– trafiquen con inmigrantes sin papeles y los utilicen como mano de obra esclava en talleres de confección de ropa no sirve como pretexto para prohibir los sindicatos de trabajadores de la industria textil. La diferencia reside en que esos talleres funcionan en la clandestinidad, en tanto que el negocio de los burdeles, salones de masajes y pisos donde se prestan servicios sexuales depende precisamente de que todo el mundo conozca su ubicación. La conocen también las organizaciones prohibicionistas y la policía, pero miran hacia otro lado.

Puesto que la prostitución está en el limbo de la alegalidad y no es ilegal, los propietarios de los establecimientos donde se practican estas actividades –agrupados en una entidad con personería jurídica reconocida– no tienen nada que temer mientras no contraten a menores, extranjeras sin papeles o mujeres coaccionadas. Son las trabajadoras las que carecen de derechos sociales, empezando por el de sindicación. La pantalla de la doble moral lo cubre todo.

Doble moral

La doble moral aflora precisamente cuando Miquel Molina, director adjunto del diario que nos da a conocer las especialidades eróticas de las Lolitas, y de orientales y de caribeñas y de rusas y de travestis, nos endilga, al pie del artículo de marras, un sermón sobre la necesidad de "Bloquear el tráfico de seres humanos". La panacea del señor Molina consiste en multar a los "compradores de sexo", aplicando el modelo francés y sueco… "sin menoscabo del derecho de la mujer a hacer lo que quiera con su cuerpo", agrega, para fingirse liberal. O sea, perseguir a los clientes, y si ella quiere revolcarse gratuitamente, que lo haga. Pero si lo que quiere hacer es utilizar su cuerpo como medio de vida, la guardia pretoriana se lo impide, amenazando a los usuarios potenciales.

El sermón concluye con una exhortación a la templanza masculina digna del Catecismo del padre Ripalda (1616), que se estudiaba en tiempos de Franco. Con liberales como este formador de opinión y sus cofrades prohibicionistas, no se necesitan inquisidores para exorcizar al demonio de la lujuria.

Situaciones extremas

Aquí salta el tema de la relación entre la actividad sexual y el lucro. Los antiguos anarquistas pensaban que el matrimonio era una forma de prostitución doméstica, porque la mujer se comprometía a satisfacer todos los deseos del hombre a cambio de seguridad económica. Muchas feministas comparten, lo digan o no, esta tesis.

Nadie propone seriamente como futuro profesional el de la prostituta que comercia voluntariamente –subrayo voluntariamente– con su cuerpo. Esta opción solo es válida para ella y quienes piensan como ella. Pero hay situaciones extremas en que la mujer –o el chapero, inexplicablemente ausente en este debate– no tiene otro medio a su alcance para subsistir o prosperar, y casos especiales en que libertinas desprejuiciadas creen haber encontrado la forma ideal de combinar el placer físico con el pecuniario. Los clásicos nos dan muchos testimonios de ello (La Celestina, de Fernando de Rojas; La lozana andaluza, de Francisco Delicado; Los diálogos amenos, de Aretino).

Acribillada por los goles

La denigrada venta o alquiler del cuerpo por dinero tiene variantes menos notorias pero igualmente controvertibles. Y Miquel Molina las conoce muy bien, como todos los que hemos pasado nuestra vida trabajando en el mundo editorial y periodístico. Me refiero a los intelectuales que por necesidades alimentarias tienen que desempeñar tareas como asesores o redactores, aprobando o produciendo bazofias que les repugnan en su fuero íntimo pero que se ciñen a las exigencias del mercado. No venden sus órganos genitales sino el producto de sus cerebros. Ahí están los negros, autores de best sellers que después firman personajes famosos. Y en el peldaño más bajo se encuentran los plumillas que nos indigestan con las fake news y posverdades que les dictan los comisarios del agitprop.

Seamos justos: por encima de la cacofonía prohibicionista, se destacan pocas iniciativas racionales. Informa muy sucintamente el extenso y tendencioso artículo citado:

El Ayuntamiento de Barcelona ha sido una de las voces polémicas al respaldar la sindicación de las trabajadoras sexuales, subrayando su derecho a organizarse, a tener voz propia, y también para poder luchar contra el estigma de puta y la violencia de género.

Y añade más adelante:

Desde Ciudadanos se defiende la regularización de la prostitución que "se ejerce en libertad y sin coacciones". Y acusó de puritanismo al Gobierno.

Cuando funcione legalmente el sindicato de trabajadoras sexuales, las Lolitas que ofrece el anuncio de La Vanguardia estarán protegidas para no tener que ejercer este conflictivo oficio a los 15 años, y podrán desempeñarlo con protección social cuando sean mayores, si así lo desean. Y la portería represora de Valerio y del PSOE sucumbirá acribillada por los goles. Y la mafiosa de los proxenetas también.

PS: El titular de La Vanguardia del 12 de septiembre proclama: "Marea por los presos", y añade: "El independentismo mantiene el pulso y moviliza a un millón de seguidores, según la Urbana". O sea que renuncia a la información periodística y la cambia por una consigna sectaria que podría encabezar un panfleto de la CUP o los CDR. Rematada por una cifra no verificada que entra en la categoría de las fake news. Si, como escribió Marius Carol ("Salir de laa rueda del hamster", 4/12/2017), "O enterramos el procesismo o cavará nuestra tumba", debemos deducir que el hoyo ya está cavado y que este titular y su añadido son un producto de ultratumba.

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