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ESTADOS UNIDOS

Obama quiebra la seguridad de EEUU... y la de Occidente

Distraídos por la severidad de la crisis económica y los disparates de Zapatero, no percibimos adecuadamente los graves errores de ese Zapatero americano que es Obama. Así, no nos damos cuenta de hasta qué punto algunas de sus decisiones afectan a la seguridad de todos los ciudadanos del mundo libre.

Distraídos por la severidad de la crisis económica y los disparates de Zapatero, no percibimos adecuadamente los graves errores de ese Zapatero americano que es Obama. Así, no nos damos cuenta de hasta qué punto algunas de sus decisiones afectan a la seguridad de todos los ciudadanos del mundo libre.
Barack Obama.
El reciente anuncio de la dimisión (voluntaria o forzada) del almirante Dennis Blair, director nacional de Inteligencia, supone un paso más en la quiebra de la seguridad de los Estados Unidos y de Occidente. Como es habitual, la prensa española (El País, ABC, El Mundo) se ha limitado a reproducir las explicaciones banales de la Casa Blanca y sus terminales mediáticas afines (The New York Times, etc.) y responsabilizado al veterano marino de los recientes desastres o fallos en lo relacionado con la lucha contra el terrorismo (Fort Hood, aeropuerto de Detroit, Times Square). Incluso le aplican la denominación de zar de la inteligencia, en un sentido equívoco y hoy día inexacto, ya que desde la llegada de Obama a la presidencia los zares (por cierto, en un número elevado) son los nuevos altos cargos, de perfil muy ideológico: obamita radical, que dependen directamente del presidente, y cuyos nombramientos no han sido revisados ni aprobados por el Congreso. Algunos de esos zares se vieron obligados a dimitir durante el pasado año por la presión de la opinión pública, como el filocomunista Van Jones o el castrófilo (fue el abogado del dictador cubano en el célebre affaire del niño balsero Elián González) Greg Crieg, principal responsable del embrollo diplomático de la crisis hondureña. Pero de todo esto no habla la prensa internacional, tampoco la española.

Los tres incidentes antes mencionados fueron ataques o intentos de ataques terroristas de signo islamista esencialmente domésticos, es decir, competencia del FBI (y de la inteligencia militar, en el caso de Fort Hood), que depende del Departamento de Justicia. Ahora bien, en el organigrama presidencial, aunque en teoría Blair (políticamente independiente, como debe ser) tiene la máxima responsabilidad en la coordinación de los servicios de inteligencia, en la práctica su rol ha sido anulado o neutralizado por el influjo que sobre Obama ejercen el fiscal general, Eric Holder –que controla el FBI con una metodología tradicional y tendente a mirandizar a los presuntos terroristas–, el zar para la lucha contra el terrorismo en el Consejo Nacional de Seguridad, John Brennan, y el director de la CIA, Leon Panetta. Holder, Brennan y Panetta son tres políticos del Partido Demócrata. Holder y Brennan, por cierto, muy sectarios obamitas y de conocida incompetencia; Panetta, menos sectario, es igual de incompetente en materias de inteligencia. Resultado: frente a la profesionalidad e independencia que representaba el almirante Blair, Obama se ha puesto del lado de sus camaradas políticos, sacrificando al primero y consintiendo la descarada politización de la inteligencia y la contra-inteligencia.

Tres grandes crisis han signado la historia reciente de los Estados Unidos: Pearl Harbor (diciembre de 1941), Cuba (octubre de 1962) y el ataque a las Torres Gemelas y el Pentágono (septiembre de 2001). En 1941, el binomio enemigo racional/inteligencia incorrecta facilitó el desastre. En 1962, el binomio enemigo racional/inteligencia correcta pudo conjurar la amenaza de la guerra nuclear. En 2001, el peor de los escenarios: el binomio enemigo no racional/inteligencia incorrecta, produjo la tragedia por todos conocida.

Cada una de esas fechas marcan un giro histórico en la política exterior y militar de EEUU: Pearl Harbor significó el fin del aislacionismo norteamericano y la definitiva adhesión de Washington al internacionalismo multilateral, corregido durante la Guerra Fría en el sentido marcadamente bipolar y atlantista de la Contención. La crisis de los misiles en Cuba y sus ramificaciones (asesinato de Kennedy y escalada en Vietnam; golpe palaciego en la URSS y desplazamiento de Kruschov por el sector duro del Kremlin y el KGB, creciente intervencionismo y expansionismo soviéticos en Checoslovaquia, el Sudeste Asiático, África, América Central y Afganistán) tuvieron como consecuencia la estrategia de la Nueva Contención anti-comunista y la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI o Stars War) de Reagan.

Tras el fatídico 11 de septiembre de 2001 vino la Doctrina Bush: énfasis en un unilateralismo radical y atlantista frente a la indecisión de la ONU, guerra global contra el terrorismo, reconocimiento de la posibilidad de los ataques preventivos, una mayor coordinación de la inteligencia (con la creación, en 2004, de la Dirección Nacional de Inteligencia) y, en fin, una gran estrategia para la democratización de Oriente Medio.

Las ilusiones/tentaciones multilateralistas y multiculturalistas de los presidentes Carter y Clinton se han intensificado desde el establecimiento del régimen de Obama, y el mejor ejemplo ha sido la trayectoria de éste desde su discurso en El Cairo hasta su reciente adhesión al esquema zapateril de la Alianza de Civilizaciones. El otro día, en West Point, anunció retóricamente su voluntad de liderar (¡otra vez el mismo tópico, desde Wilson a Bush Sr.!) un "nuevo orden mundial".

La dimisión del almirante Blair nos hace profundamente escépticos. En sus palabras de despedida rindió tributo a todos los trabajadores anónimos de la comunidad de inteligencia, pero no mencionó al presidente Obama ni a sus zares en la materia. Como denuncia el máximo representante republicano en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Pete Hoekstra, posiblemente el congresista más ducho en estos asuntos, la dimisión de Blair es "el resultado de la politización de la seguridad nacional por parte de la Administración Obama, que desprecia la supervisión del poder legislativo".

Es decir, estamos ante un problema que, como otros de los que se trae entre manos el primer presidente socialista de los Estados Unidos, afectan no solo a la seguridad nacional, sino a la de todos los países de Occidente.


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