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DRAGONES Y MAZMORRAS

A cien años vista

Empieza otro año –el año Mozart–, y no todos podrán verlo; algunos se quedaron en el camino. En el ámbito de la cultura perdimos, entre otros, a Batya Gur, a Ramón Gaya, a Leopoldo de Luis, a Julián Marías, a Guillermo Cabrera Infante y a Saúl Yurkiévich. También murieron Javier Tusell y Eduardo Haro Tegglen, y seguramente muchos más que ahora no recuerdo.

Empieza otro año –el año Mozart–, y no todos podrán verlo; algunos se quedaron en el camino. En el ámbito de la cultura perdimos, entre otros, a Batya Gur, a Ramón Gaya, a Leopoldo de Luis, a Julián Marías, a Guillermo Cabrera Infante y a Saúl Yurkiévich. También murieron Javier Tusell y Eduardo Haro Tegglen, y seguramente muchos más que ahora no recuerdo.
Wolfgang Amadeus Mozart.
De todos los citados, unos cumplieron su ciclo vital con creces y otros lo vieron truncado por la mitad; descansen todos ellos en paz, con la seguridad de que quedan sus respectivas obras para, en mayor o menor medida, recordarles. Pero, en materia de conmemoraciones, el 2005 pasará a la historia como el Año Quijote, pues de entre todos los aniversarios, cincuentenarios, centenarios y bicentenarios que tocaba celebrar, el cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote destacó por su trascendencia mediática, y no sólo en España, que todavía anteanoche pude ver a mi amiga Aline Shulmann, traductora del Quijote al francés, en el canal Arte, explicando algunas peripecias de la obra, con su habitual brillantez. Cuando, el día 8, se haya clausurado la macroexposición 'El mundo que vivió Cervantes' (comisariada por Carmen Iglesias y patrocinada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, que preside el hasta hace poco director de la Residencia de Estudiantes, José García-Velasco), se habrán terminado los fastos quijotescos.
 
Es una pena que tengan que pasar cien años para volver a reunir tantas piezas evocadoras de lo que fue aquello. ¡Cuántas luces y sombras! ¡Cuánta miseria y poderío! Como siempre, me quedo con lo más efímero, con la recreación de la vida cotidiana, los espacios privados, la intrahistoria. Si por mí fuera, yo dejaría esa exposición como sala permanente de algún museo, incluso provincial. Sería una manera bien recreativa de ocupar todos esos espacios culturales que reciben periódicamente materias fecales varias, tanto en el sentido propio como en el figurado.
 
Julio Caro Baroja, de niño, con su tío Pío, el célebre novelista.Otra exposición que he visitado durante estas fiestas, en las que se interrumpen drásticamente los saraos literarios, es la titulada Memoria de Julio Caro Baroja (2 de diciembre-15 de enero) también organizada por la Sociedad Estatal. El comisario es Pío Caro Baroja, hermano del antropólogo y sobrino de Pío Baroja. Lo que se conmemora aquí son los diez años de la muerte de don Julio, y material no falta. Además de la obra escrita, tiene especial importancia la obra pintada, en la que hay óleos del antropólogo y, por supuesto, cuadros de otros pintores, entre los que me gustaría destacar el retrato que le hizo Alicia Iturrioz en la biblioteca de Itxea, en la misma postura y lugar que la fotografía que ilustra el cartel de la exposición.
 
Caro Baroja fue un excelente dibujante, y, junto a los apuntes de campo de sus investigaciones antropológicas y viajes, hay una amplia y divertida muestra de dibujos cómico-festivos, con una tendencia a la caricatura histriónica que les acerca a la viñeta de nuestros tebeos, a lo que contribuyen también las aleluyas, a veces picantes y zahirientes, con que los ilustraba.
 
Hay piezas muy notables del Museo del Pueblo Español, que él dirigiera, convertido hoy en día en Museo del Traje y Centro de Investigaciones Etnológicas. Como colofón, el Nacimiento montado por don Julio, con 141 figuras, 25 árboles y animales y diferentes aditamentos constructivos y paisajísticos, que da a la muestra un carácter muy acorde a las fechas en que ha estado abierta.
 
La exposición de Julio Caro Baroja nos remite, por asociación de ideas, a las inevitables acciones culturales que presumiblemente se acometerán a lo largo de este año para celebrar el cincuentenario de la muerte de su tío, Pío Baroja. Falta por ver cuándo y cómo. Y quiénes serán los patrocinadores.
 
 
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