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PANORÁMICAS

Crash. Choque de civilizaciones en Los Ángeles

Según una leyenda urbana, todos y cada uno de nosotros está separado de otro sólo por seis personas. No es una distancia demasiado grande, lo que hace que el planeta se nos haga pequeño y que comprendamos, cuando vamos en el metro, lo que quería decir Sartre cuando veía en el prójimo el mismo infierno.

Según una leyenda urbana, todos y cada uno de nosotros está separado de otro sólo por seis personas. No es una distancia demasiado grande, lo que hace que el planeta se nos haga pequeño y que comprendamos, cuando vamos en el metro, lo que quería decir Sartre cuando veía en el prójimo el mismo infierno.
Por otro lado, las permutaciones de encuentros entre seis personas son casi infinitas, con lo que los efectos colaterales de que tras una esquina te encuentres con una de ellas en lugar de con otra son incalculables
 
Crash es la primera película como director de Paul Haggis, que juega con la combinatoria de las relaciones sociales en la ciudad de Los Ángeles. El choque de culturas, el desencuentro de las razas, el conflicto entre las lenguas y las religiones incentiva la dinámica de roces, caricias y enfrentamientos entre diversos individuos atrapados en sus circunstancias: un policía negro (Don Cheadle) con un hermano desaparecido, una madre drogadicta y liado con su colega hispana de patrulla (Jennifer Espósito). Un par de ladrones de coches negros (Larenz Tate y Ludacris) que discuten constantemente sobre las raíces del rap, el country y la discriminación de los negratas. Un policía blanco racista (Matt Dillon) con un padre enfermo. Un policía blanco idealista (Ryan Phillipe) que trata de no usar la violencia. Un director de series de televisión negro (Terrence Dashon Howard) pero que no parece negro y su elegante y blanca esposa (Thandie Newton), que no parece tan blanca. Un fiscal blanco y ambicioso (Brenda Fraser) con una esposa blanca y neurasténica (Sandra Bullock). Un comerciante persa que tiene un conflicto con el hispano (Michael Peña) que le instala una cerradura. Un chino que es atropellado por un par de negros que lo abandonan en las urgencias de un hospital...
 
Siguiendo otra leyenda urbana, la de la mariposa que con un aleteo desencadena una tormenta en las antípodas, Paul Haggis ha estructurado el relato como un bucle melancólico en el que las consecuencias no deseadas de las decisiones de los individuos afectan a otros siguiendo una determinación casual pero caótica. El azar va enredando las historias hasta que finalmente todos los personajes acaban atrapados en una telaraña de colisiones de coches y personas: ¿se puede entender el racismo cuando te has visto perjudicado por leyes que discriminaban positivamente a los de otra raza?, ¿hasta qué punto tu dignidad puede ser pisoteada por los que supuestamente están para protegerla?, ¿uno es responsable de sus decisiones, o bien hay que cargar la culpa de la inadaptación a la sociedad en su conjunto?
 
La película comienza con las reflexiones del policía interpretado por Cheadle:
 
"Es la sensación de contacto. En cualquier ciudad por la que camines, pasas muy cerca de la gente, y ésta tropieza contigo. En Los Ángeles nadie te toca. Estamos siempre tras este cristal y metal. Y añoramos tanto ese contacto que chocamos con otros sólo para sentir ese contacto".
 
Su coche acaba de ser embestido por una china que le grita a su compañera de patrulla hispana que es una "espalda mojada", mientras ésta se burla de su acento lleno de "eles". Y el coche, ese ataúd de cristal y metal en el que encuentran la muerte y el dolor millones de personas en el mundo, se convierte en el símbolo de la sociedad alienada e inhumana en una ciudad como Los Ángeles, en la que es prácticamente imposible vivir sin la máquina.
 
Haggis trufa la película de sentimentalismo espectacular, canciones pop tarareables, una música de Mark Isham con coros angelicales, moralina barata y recetas simplistas y cobardes. Crash es, bajo su apariencia de film comprometido y radical, una rendición incondicional a los tópicos de la poesía de baratillo de la experiencia. Siguiendo el modelo de puzzle o mosaico que va encajando él solo, puesto de moda por Robert Altman en Vidas cruzadas, pero queriendo dar una lección de decencia, Haggis ha adulterado a sus personajes hasta convertirlos en estereotipos.
 
Para ello, primero suele mostrar su peor cara para, a continuación, en lo que se supone es un rasgo de ingenio, apuntar detalles de bondad y amor que reconcilian al espectador con el destino de cada una de las historias, consiguiendo una identificación tranquilizadora con el ciudadano medio, al que le llega el mensaje que defendía Manolo Summers: "Tö er mundo é güeno".
 
Candidata al Óscar en seis categorías (Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión y Mejor Actor de Reparto, entre ellas), Crash hace destacar los errores del guión de Haggis para Million Dollar Baby, que fueron controlados por la mano de Eastwood. Sin embargo, ahora se desatan: el brillo de unas secuencias que buscan la sorpresa a despecho de la verosimilitud, la originalidad al precio de la profundidad, una lección moral fácil y complaciente, la utilización de los desheredados, el atracón de mistificaciones...
 
El choque de culturas finalmente queda reducido a unas cuantas palabrotas, el conflicto entre religiones se soluciona con unas palmaditas en la espalda, la lucha de clases se amansa con una música tranquilizadora y pegadiza que pueda ganar en los Grammy. Está construida aposta como una catarsis liberadora para la aristocracia hollywoodiense, que así limpia su mala conciencia, y premiando la película se premia a sí misma con una especie de Nobel al Buen Rollo.
 
El éxito de Paul Haggis se basa en su pasado televisivo. Guionista de éxito en series como La ley de Los Ángeles o Walker, Texas Ranger, Haggis es un síntoma de la crisis de creatividad de Hollywood, semejante a la de los años 70, que está forzando a la industria americana a importar talentos foráneos, como el taiwanés Ang Lee, o a reciclar a guionistas como el propio Haggis, que es canadiense, desde la televisión. Pero que sea la televisión, en su vertiente más respetable y a la vez limitada por la dictadura de las audiencias, la vía por la que trata Hollywood de recuperar el pulso perdido ante cinematografías más arriesgadas, como la del extremo asiático, no permite augurar un reciclaje fundado de la vieja generación, que sigue siendo la que sostiene el entramado cinematográfico: Scorsese, Eastwood, Lynch o el ya no tan joven Spielberg, en directa competencia en la carrera por las estatuillas doradas.
 
Todavía peor que la al menos digna Brokeback Mountain, parece la única alternativa que la Academia de Hollywood tiene para un año en el que el chantaje ideológico, moral y político parece predominar sobre los valores estrictamente cinematográficos.
 
 
Crash (Colisión) [EEUU-Alemania, 2004; 113 min]. Dirección: Paul Haggis. Guión: Paul Haggis y Bob Moresco. Intérpretes: Matt Dillon, Sandra Bullock, Brendan Fraser, Ryan Phillippe, Don Cheadle, Thandie Newton. Música: Mark Isham. Fotografía: James Munro. Calificación: Facilona (5/10).

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