Menú
Francisco Pérez Abellán

Un agujero del nueve largo

Hace unos días ha saltado a los periódicos la experiencia de un viejo conocido, juzgado por el intento de asesinato del abogado Rodríguez Menéndez.

Hace unos días ha saltado a los periódicos la experiencia de un viejo conocido, juzgado por el intento de asesinato del abogado Rodríguez Menéndez.

Hace unos días ha saltado a los periódicos la experiencia de un viejo conocido I., de la R., juzgado por el intento de asesinato del abogado Emilio Rodríguez Menéndez. Ahora es noticia porque dice haber vivido una experiencia degradante en la prisión.

I., de la R., fue a la cárcel porque, según la imputación fiscal, intentó dar muerte al abogado, hoy fugado de la justicia, por encargo de su esposa. Esta, una rubia platino exorbitante, según trascendió, le hizo una oferta única en la historia criminal española: "Cincuenta millones de las entonces pesetas, un Cartier (reloj) de oro, y un polvo". Si lo hubiera filmado Hollywood, habría que imaginarse un restaurante romanticón, un I., de la R., con chaqueta y corbata, algo a lo jamesbond, y ella, con un vestido de cocktail malva a media pierna, mientras el crespúsculo rompía en los cristales del jardín.

El caso es que Emilio volvió a toda mecha de Bilbao, reclamado por su esposa que llamaba cada cinco minutos para que volviera porque lo echaba de menos, y él, en un Mercedes E de los de caja de zapatos, enorme y cómodo, se deslizaba por el asfalto acompañado por su chófer y guardaespaldas, Daniel, tras picar el anzuelo.

Al entrar en la urbanización de Las Rozas, donde estaba el domicilio conyugal, en una casa que ocupaba tres parcelas, donde había instalado un zoo enorme haciéndole la competencia a Noé, con una pareja de animales de cada especie: osos, cocodrilos, tigres de bengala, leones y una pantera negra, en los que el abogado gastaba más para darles de comer que a los periodistas de la redacción del diario Ya, que por entonces también era suyo, le estaba esperando una moto en la que el conductor, supuestamente a sueldo, llevaba en el asiento de atrás a I., de la R., con una pistola.

Nada más ver el Mercedes, se fue para él acelerando y se situó cerca de la ventanilla contraria al conductor, soltándole un tiro que le entró a Emilio en el pecho, pero sin matarlo. Inmediatamente el fiel chófer, al parecer, se hizo con un arma y con la intención de repeler la agresión, disparó hiriendo al presunto matón en las posaderas, y salvando así a su jefe, que ojalá se lo haya agradecido.

Emilio, después de aquello, y por otros asuntos que nada tienen que ver con que su mujer quisiera cobrar la pensión de viudedad antes de tiempo, emigró a la Argentina, de donde la justicia ha sido incapaz de traerlo. El caso es que paralelamente, I., de la R., torpe matón que empezó de recogepelotas con Casper, no consiguió su objetivo, ni nunca cobró los 50 millones del ala, ni el reloj chachi piruli, ni tuvo acceso a la recompensa salvaje de la joven pirata al que le consiguiera el divorcio con funeral. Y desde luego fue a prisión.

Allí tuvo riñas, dimes y diretes, y llegó a cumplir hasta 14 años a la sombra, habiendo sacado de la experiencia que la cárcel es la universidad del delito, donde uno sale con un master en delincuencia. Dice el hombre que, recientemente, ha vuelto a entrar por un asunto del que se ha comido un marrón.

Lo que sé de las cárceles, que es bastante, me dice que las españolas son de un nivel muy europeo, e incluso aventajadas, respecto a otros países. Sin embargo I., de la R., denuncia que hay mafias que venden droga, que abren las celdas cuando tienen que estar cerradas y que han cometido otra serie de irregularidades que él ha podido grabar con la cámara de su smartphone, por supuesto ilegal.

I., de la R., ha demostrado que subestima a los sicarios, a los que intentó emular sin entrenamiento, acabando con un tiro que le hizo sentarse con mucho cuidado durante largo tiempo porque le dio junto "al ojo del C.", que dice Quevedo, para el que la naturaleza no hizo pareja, pero que se puede imitar con un agujero del nueve largo. Y tuvo suerte, porque tal y como andaba, pudo haberse matado. Su víctima se recuperó y mandó a la cárcel a la esposa y él está calificado por instituciones penitenciarias como "peligroso". Particularmente me suelo tomar muy en serio cualquier denuncia que afecta a los presos, pero en este caso no puedo olvidar que fue capturado por creerse que era más malo de lo que en realidad era. 

Temas

En España

    0
    comentarios