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Guillermo Dupuy

Cospedal o la negación de la evidencia

Preguntar a Cospedal por el cambio de discurso del PP es como preguntar al jorobado de 'El jovencito Frankenstein' por su joroba. "¿Joroba? ¿Qué joroba?".

Preguntar a Cospedal por la rebelión de algunas comunidades del PP frente a los objetivos de déficit o la subida del IVA, o por el cambio de discurso de su partido respecto a los impuestos, o por el malestar entre las bases por el asunto Bolinaga, está viniendo a ser lo mismo que preguntar al jorobado de El jovencito Frankenstein por su joroba. "¿Joroba? ¿Qué joroba?". Y es que para la secretaria general del PP, sencillamente, ni hay rebelión, ni hay malestar ni cambio alguno de discurso: "El PP siempre ha hecho gala de hacer el mismo discurso y tiene el mismo discurso".

Poco importa que el PP se negara a subir cualquier clase de impuesto en unos momentos en que el déficit público era aun mayor que ahora: doña María Dolores lo máximo que admite es que "los militantes saben que tenemos un Gobierno tomando medidas, que son antipáticas, algunas de las cuales se debieron tomar hace mucho tiempo". Vamos, como si fuéramos todos unos desmemoriados y no nos acordáramos de la oposición a la subida de impuestos que el PP mantuvo hasta hace no tanto tiempo.

Poco importa también que los representantes de dos comunidades gobernadas por el PP se negaran este julio a votar a favor de los objetivos de déficit para 2013 y 2014 en el Consejo de Política Fiscal y Financiera; como poco importa que, más recientemente, el presidente extremeño, del PP, se haya opuesto a la subida del IVA. De lo primero, Cospedal pasa simplemente de largo, y de lo segundo se limita a decir una obviedad como la de que el IVA es un impuesto que "no se puede matizar o cambiar por un Gobierno autonómico". Vamos, como si el proyecto de Monago, consistente en subvencionar las actividades culturales para lograr un efecto similar a no subir el IVA al 21%, no constituyera, por ese ardid, una rebelión contra los objetivos de reducción del déficit planteados por el Gobierno.

Tampoco parece que le importe la reciente controversia que han mantenido pesos pesados del PP como Mayor Oreja y el actual ministro del Interior a propósito de la concesión del tercer grado a Bolinaga; o que los militantes del PP recuerden perfectamente cómo el Gobierno de Zapatero nos vendía como imperativo legal su política de apaciguamiento, especialmente en el episodio de la excarcelación de Iñaqui de Juana. La señora Cospedal, sencillamente, niega el malestar entre las bases por la concesión del tercer grado a Bolinaga y se limita a repetir la cantinela que de que el PP es "un partido que cumple las leyes".

Sé que las crisis y rebeliones en un partido que, como el PP, goza de una amplia mayoría absoluta en el Gobierno central y en la inmensa mayoría de ayuntamientos y comunidades autónomas son siempre relativas. Sé que la palabra rebelión puede ser excesiva, más aun para dirigentes como Rajoy y Cospedal que no quieren ver ni siquiera la que protagonizan los nacionalistas. Pero mientras el PP continúe la voraz y contraproducente política fiscal de Zapatero o su explosiva política de apaciguamiento ante la ETA, la simple negación del malestar o del cambio de discurso no hará más que recordarnos que la simple negación de la realidad tampoco es ya patrimonio de los socialistas.

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