Menú
DRAGONES Y MAZMORRAS

Por España que no falte

Llega el peligroso estiaje y las instituciones culturales se despiden de no se sabe muy bien qué, porque vaya verano el que nos espera en Madrid este año con la maldita política, que nos tiene a los madrileños, y de rechazo a todos los españoles, en un ay.

¿Esquivará el chapucero Simancas los peligros que le acechan en el seno de la FSM? (me cuentan algunos de sus militantes que hay Tamayos y Sáeces por un tubo) ¿O conseguirán los sediciosos sus objetivos, esto es, arrojarle al basurero de la historia? Por cierto, que si seguimos llamando “Tamayo y Sáez” a los eximios componentes del Grupo Mixto de la Asamblea de Madrid, la gente acabará creyendo que se trata de un mismo apellido, aunque sólo sea por asociación de ideas con Tamayo y Baus. Y puesta a buscar concomitancias, se me ocurre que el tandem podría muy bien suscribir algunas de las obras del dramaturgo madrileño; por ejemplo, Juana de Arco (sobre Esperanza Aguirre), La ricahembra (sobre Ruth Porta), La bola de nieve (sobre la corrupción inmobiliaria), Lances de honor, Lo positivo, Un drama nuevo, y ¿quién sabe?, incluso El cinco de agosto. Desde luego, ningún periódico se atreverá a decir a sus colaboradores que tiene que cerrar por vacaciones.

Volviendo a las despedidas rituales, tan fijas e inmutables como las luminarias de San Juan, unos las hacen mediante selectos guateques, como el de la Fundación Ortega y Gasset (al que no pude asistir por lo de la doble militancia cultural, que es muy dura), y otros, a golpe de recapitulación, cuentas de resultados, memorias y anuarios. Entre estos últimos está el Instituto Cervantes, que para mí es de obligado cumplimiento, por ser yo colaboradora, algo remolona lo confieso, de la casa, tanto de su enciclopédica labor de recuento de todos los aspectos de la lengua española, es decir de sus famosos Anuarios El Español en el Mundo (colaboré en el primero, el de 1998), como de las revistas virtuales sobre traducción y literatura, llamadas respectivamente El Trujamán y Rinconete, que el Centro Virtual Cervantes, o CVC (www.cvc.cervantes.es) mantiene abiertas junto a mucha otras igual de interesantes, si cabe.

Pues bien, la magna institución, cuyo director actual es, como todos ustedes saben el poeta y ensayista Jon Juaristi, vasco a fuer de español y que no deja nunca de sorprenderme por la energía que desarrolla, con inusitada gallardía, en varios frentes a la vez, (en menos de una semana le he podido admirar en dos actos y me consta que ha protagonizado algunos más), presentaba la sexta edición de los citados Anuarios, acompañado de los dos secretarios de Estado más exitosos que hemos tenido en las últimas legislaturas. Me refiero a Miguel Ángel Cortés, de Exteriores, y a Luis Alberto de Cuenca, de Cultura. También estaba presente en la mesa de horno, aunque bastante más discreto, como corresponde a su papel de Director Académico de la casa o cosa, el profesor Jesús-Antonio Cid. El que todo fuera muy previsible no lo hizo menos interesante, y así nos pudimos enterar de que el Anuario 2003 del Instituto Cervantes se hace eco también de la idea, que tanto éxito ha tenido este año, de las tres culturas (luego, casi siempre resultan que son dos, por eso de que consideramos la nuestra el grado cero y por ello carente de signos relevantes), de forma que de los diez artículos del volumen, cuatro están dedicados al español en los países árabes (uno a la enseñanza del español en Marruecos durante el Protectorado, de Manuela Marín, dos sobre el español y el hispanismo en Egipto, de M.Ali Makki y M. Abuelata, respectivamente, y otro sobre la enseñanza del español en los países del Magreb, de J.Muñoz Sánchez Brunete), y uno a la enseñanza del español como lengua extranjera en Israel, de I.Lerner y B.Katz. La rica teoría se completa con un artículo dedicado al español en Europa Centro-Oriental y del Este, del que son autores A. Murcia Soriano y J.M. Sagarra Ángel, dos artículos sobre los aspectos filosóficos del tema (Gustavo Bueno firma un artículo titulado El español como lengua de pensamiento e Ignacio Sotelo parece responderle con otro titulado a su vez El español, ¿lengua de pensamiento?). Y por último, aunque en realidad son los primeros en la paginación del libro, un artículo de Juan Cueto, titulado sugerentemente Las máquinas de la lengua y otro sobre la lengua española en el cine, que está tan lleno de tópicos antiamericanos, como se puede de esperar de su autor, que no es otro que Diego Galán. En fin, que por España, que no falte.

0
comentarios