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Javier Somalo

Feminismo Lalalá

Ahora, con la Ley Celaá, todo se hará sin tapujos, sin excusas: habrá censura, versiones directamente manipuladas, adoctrinamiento abierto.

Ahora, con la Ley Celaá, todo se hará sin tapujos, sin excusas: habrá censura, versiones directamente manipuladas, adoctrinamiento abierto.
La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá; la ministra Portavoz y de Hacienda, María Jesús Montero; y la ministra de Igualdad, Irene Montero. | EFE

Lo de la Logse va a terminar siendo un vivero de intelectuales al lado de lo que se nos viene encima con la Lomloe, la Ley de la niña bien de Neguri que estudió en colegio privado-segregado-católico, que llevó allí a sus hijas, donde hasta impartió clase y que después quiso acabar con todo: con el estudio, con el saber, con la decencia y con la libertad. Isabel Celaá se llama su autora. Su Ley, una especie de venganza por algún trauma, procede de moldes como estos:

No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres. (…) De ninguna manera se puede decir que el derecho de los padres a escoger una enseñanza religiosa o elegir centro educativo podría ser parte de la libertad de enseñanza.

Era la propia Celaá, la que se expresaba así hace apenas un par de años. Ya con el Estado convertido del todo en Infancia Libre, contra padres y madres, comenzó a salpicarse el autoritarismo de la ley con los típicos adornos del gusto comunista moderno, o sea, analfabeto, acomodado y andrófobo.

Si la perspectiva de género se reduce a una guerra de sustantivos en la que gana el género femenino mientras el masculino, además de escaso, es malo e imbécil, entonces es que el feminismo ha quedado, definitivamente, para el arrastre. Y así parece que será.

Las noticias de Mercedes R. Martín en Libertad Digital muestran imágenes —hay que ver para creer— de lo que estudiarán los niños y no tan niños en los colegios, si nadie lo impide. El epígrafe "Matemáticas contra el sexismo" del manual Matemáticas Aplicadas (editorial Tu Libro) para alumnos del primer curso de Bachillerato (16-17 años) es alarmante.

La izquierda gobernante —socialistas y comunistas— se queja de que las mujeres no cursan, por ejemplo, ingenierías, como si algo o alguien lo impidiera. Pero con la formación que pretenden ofrecer en los colegios terminará por no cursarlas nadie por mera incapacitación. Ni ingenierías ni disciplina alguna. Desaparecerán. Quizá sea eso lo que se está buscando: un analfabetismo moldeador de masas, la anestesia de la ignorancia. Recuerda a las gafas de Pol Pot, más bien de aquellos que morían por usarlas… eran señal delatora de lectura, arma letal contra la tiranía.

Números machistas, Matemáticas empoderadas

De momento, la perspectiva contra el machismo que llegará a todas las asignaturas consiste en que los sustantivos de género femenino ganan, al menos en matemáticas. En número y en calidad. Así lo aborda este libro, insistimos, para Primero de Bachillerato. Respeto cursivas y negritas como aparecen en el texto original:

"¡Qué repelús me dan los derivados del petróleo! Pero, ¡cómo me estremecen de alegría las derivadas!
¡Qué insípido es el pan integral! Pero, ¡qué sabrosa resulta una integral!
Para qué sirve un sistema si no hallo la solución
Quién se cree un teorema si no ve la demostración
Hay algo más simplón que un límite que no presente una indeterminación
El pobre determinante es un mero número, la matriz es toda una caja de información".

Sin entrar demasiado en el estúpido juego, enseguida observamos que el resumen matemático de lo masculino es: "Qué repelús", "qué insípido", "para qué sirve", "quién se cree" y además, sea lo que sea, resulta "simplón, el pobre". Ni el peor guion de un mal programa de monólogos resiste tamaña estupidez. Pero no es una broma, ¡está impreso, lo van a enseñar, lo van a estudiar! Y de ahí pasaremos a que un secuestro a tiempo puede librar a una criatura de su padre… "para qué sirve… quién se cree".

Hace mucho tiempo que no resulta complicado encontrar erratas en libros de texto. Los hay que regalan párrafos absolutamente incomprensibles que, probablemente, son fruto de discusiones editoriales para aplicar tal o cual consigna política. Al final, los alumnos estudian la historia de forma inconexa, con saltos inexplicables, vacíos escandalosos, inexactitudes wikipédicas y un amplio catálogo de morcillas valorativas, siempre sesgadas en la misma dirección. Gracias a la labor de muchos profesores se toman apuntes en clase que ayudan a sortear el agujero negro del plan editorial de la Enseñanza.

Pero ahora, con la Ley Celaá, todo se hará sin tapujos, sin excusas: habrá censura, versiones directamente manipuladas, adoctrinamiento abierto. Aunque el ejemplo de las matemáticas andrófobas supera toda expectativa, tampoco se queda corta la desacomplejada arenga de otro ejemplar que parece redactado directamente por Pablo Iglesias en su época de los azotes.

Sale de las imprentas de la Editorial Vicens Vives y es un libro de Geografía e Historia para Tercero de la ESO. Una de las "dinámicas que debilitan la democracia", según el libro escolar, consiste en:

El creciente poder de los medios de comunicación sobre la opinión de la sociedad, fácilmente manipulada y controlada por grandes grupos de poder mediático.

La frase no puede estar peor construida pero se adivina la intención. En la misma página se presenta como recurso didáctico el 15M, la cuna del comunismo que hoy gobierna con Sánchez. Lo define así:

El Movimiento 15M (2011) en España formó parte de una serie de movimientos sociales protagonizados por ciudadanos de varios países del mundo en favor de la democracia, la igualdad social y contra la corrupción.

Y muestra "algunos eslóganes del 15M": No tenemos pan para tanto chorizo, Error 404. Democracy not found… Conocimientos ineludibles, por lo visto.

Sin lugar a dudas, el auge de la izquierda más radical en muchos países proviene de la escuela, convertida en incubadora de pensamiento único y simple. No hay que memorizar, no es necesario aprobar, las notas diferencian y eso rompe el bloque. Hay que inducir valores, ciertos valores, aunque no vayan acompañados de conocimiento. La izquierda ve a los niños como máquinas de votar, lo antes posible, por cierto, no sea que maduren o se pongan a leer por su cuenta. El nacionalismo también supo construir los viveros que hoy nos enfrentan y que terminarán por romper del todo la convivencia.

Hablaremos mucho en esta casa sobre la ley Celaá y sobre Educación, como llevamos haciendo hace más de dos décadas. Trataremos de protegernos y de dar todo el apoyo posible a los que más lo van a necesitar: los profesores, los maestros, tengan la ideología que tengan. Porque seguirá estando en sus manos —esperemos— espantar el sectarismo para instruir, para enseñar y para contagiar el entusiasmo por saber, por leer, por contrastar, única manera de formarse una opinión propia y poder expresarla, base de la libertad.

De momento, me quedo tratando de asimilar que, para tener una adecuada perspectiva de género en el siglo XXI, hay que saber que EL mar es malo pero LA mar, no. Algo similar ha de suceder con EL pan —según parece EL integral ya no es tan bueno como antaño— y LA panadería. Y habrá que suponer que daremos la bienvenida a LA crueldad, LA maldad, LA misoginia, LA avaricia, LA gula, LA pereza…

Para esto ha quedado EL feminismo. Para el lalalá… sin la pólvora de Massiel. Ya estamos en el analfabetismo como arma política. Los tontos son más gobernables y se ponen en fila con un par de voces. Un peligro real, EL desastre, LA hecatombe.

¡Dios santo!

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