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José García Domínguez

Syriza

En esas manos ha estado a punto de residir –si todavía no lo está– el futuro del euro. Aunque su encorbatada alternativa también es para alquilar sillas, que dicen en Cataluña.

Los legítimos representantes de la IV Internacional trotskista en el Estado burgués griego; la legítima escisión por la izquierda de los legítimos representantes de la IV Internacional trotskista en el Estado burgués griego; la Organización Comunista de Grecia, única y genuina legataria adriática del pensamiento de Mao Tse-Tung frente a la deriva revisionista auspiciada por el traidor Deng Xiaoping; unos disidentes del ala radical del Pasok; otros disidentes del ala radical del Pasok que no quieren saber nada de los primeros; los ecologistas comunistas recién divorciados de la rama oficialista del estalinismo local, ahora circunstancialmente aliados con sus históricos adversarios, los eco-socialistas independientes.

El grupo de los renovadores irredentos segregados del insuficientemente renovado Partido Comunista de Grecia (Renovado); el Movimiento por la Unidad de la Izquierda que, haciendo honor a su nombre, surgió de la división del Partido Comunista de Grecia (Interior) en dos facciones irreconciliables; un tal Manolo (Manolis Glezos) que hace la guerra por su cuenta; otros de los que lo único que se sabe a ciencia cierta es que se dicen llamar Kokkino; y Synaspismos, la sigla que lidera Alexis Tsipras, organización emanada de la feliz confluencia estratégica entre el sector mayoritario del Partido Comunista de Grecia (Interior) y una corriente minoritaria –pero muy activa– del Partido Comunista de Grecia (Renovado). Como se ve, únicamente han quedado fuera los situacionistas, los Monty Python y los marcianos.

Syriza, surrealista híbrido entre la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Marinaleda y cualquier asamblea de facultad en el 68. En esas manos ha estado a punto de residir –si todavía no lo está– el futuro del euro. Y ante semejante sopa menestra, aún hay quien quiere adivinar bajo el polo Lacoste del bisoño y muy fotogénico Tsipras a un Lula da Silva; un sensato socialdemócrata siempre presto a transigir con la realidad. Ya lo decía el clásico: "Hay gente pa tó". Aunque su encorbatada alternativa también es para alquilar sillas, que dicen en Cataluña. Recuérdese que Nueva Democracia, el partido de la derecha, agrupa a la misma banda de cleptómanos que explotó durante décadas la finca estatal en armonioso duopolio con la familia Papandreu, los señores feudales que usufructúan la dirección del Pasok desde su fundación. Con esos bueyes, pues, habrá que arar la supervivencia del sistema financiero del continente. Que Dios nos coja confesados. 

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