"Estoy en Catalunya como testigo de su referéndum para la independencia. Detenciones, allanamientos. Gobierno español reprime el referendo" (30 de septiembre, 2017). "Fascismos escondidos. Tanto en España como en Colombia, las sociedades no hicieron ruptura con lo que significó el fascismo en sus países" (30 de septiembre, 2017). "España se ha convertido en una dictadura en Catalunya. En este momento nos sobrevuelan helicópteros. Se repetirá 1936?" (1 de octubre, 2017). "Más democracia. Autogestión ciudadana. La barbarie contra la decisión popular. Aquí se vive lo que sentimos con Bolívar, Nariño y Santander" (1 de octubre, 2017). "700 heridos, izquierda tradicional y derecha españolas lo rechazan. Pero he aquí una democracia ciudadana. Catalunya" (1 de octubre, 2017). "Y dicen que es una democracia [comentario tras la aplicación por el Gobierno de España del artículo 155 de la Constitución después de haber obtenido el preceptivo aval del Senado]" (21 de octubre, 2017). "Rajoy trata de restablecer la monarquía en la República de Catalunya. Cuál será la posición de las Repúblicas latinoamericanas ex españolas?" (27 de octubre, 2017). "En mi opinión, la represión desbocada intentando impedir el referéndum desencadenará la independencia de Catalunya" (1 de octubre, 2017).
Son tuits, todos ellos, publicados en su día, cuando la asonada insurreccional promovida por el Gobierno de la Generalitat, en la cuenta personal del hoy presidente de la República de Colombia, el licenciado Gustavo Francisco Petro Urrego. Un apoyo rendido, entusiasta y militante a los sublevados del Ejecutivo catalán el suyo, al que acaso no resulte ajeno el tan extraño (por inopinado) vínculo personal que el ya primer mandatario mantiene con Xavier Vendrell, uno de los personajes más turbios de la muy siciliana trastienda político-financiera del independentismo local con mando en plaza. Hombre de verbo tosco, igual en catalán que en castellano, amén de refractario a cualquier tipo de refinamiento intelectual, Vendrell, de quien acaba de trascender a la prensa su condición de "asesor" de Petro en Colombia, destacó en la elaboración y manejo de explosivos durante sus años mozos como pistolero a tiempo completo en un comando de Terra Lliure. Temprana afición a la pólvora y a la goma-2 que luego orillaría para entregarse en cuerpo y alma a otra pasión aún mayor, la que pronto empezó a sentir por los negocios rápidos y los maletines de cuero.
En Barcelona constituye un secreto a voces que quedar para tomar un café con David Madí, el nieto amadísimo de aquel Mister Floïd que inmortalizó Boadella en una célebre obra de teatro, puede ser muchas veces la mejor manera de agilizar la lenta burocracia de la Administración si se aspira a hacer negocios con alguna consejería el Gobierno de coalición controlada por el partido de Puigdemont, la antigua Convergencia. Pero si lo que se ansía es obtener una contrata pública, una licencia de lo que sea o una subvención de algún departamento del mismo Gobierno cuyo máximo mandatario resulte ser uno de la Esquerra, entonces lo aconsejable es que el café –o el carajillo– se comparta con ese Vendrell. Por lo demás, ambos conseguidores, Madí y Vendrell, mantienen una estrecha relación tanto profesional como política. Al punto de que colaboraron estrechamente durante los días de la sublevación, cuando formaban parte lo que entre los insurrectos se llamaba el Estado Mayor, un órgano secreto, informal y ajeno a la Generalitat que era la instancia de la que salían todas las órdenes que luego cumplirían los conspiradores implicados en el procés. El 1 de Octubre fue organizado y dirigido por ese Estado Mayor del que formaban parte solo tres personas, y una de ellas resulta que respondía por Xavier Vendrell, el flamante asesor del presidente de la República de Colombia. Blanco y en botella, que dicen los castizos en Madrid.