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Antilogía

Penúltimo párrafo del Preámbulo (esto es, del corpus doctrinal) de la Constitución Catalana. Tal como la Ponencia del Parlamento español lo dejó redactado ayer (a favor, todos menos el PP). Son, en realidad, dos párrafos, yuxtapuestos por un punto seguido. Cada uno de ellos dice exactamente lo contrario que el otro. Mas a los padres de la patria (¿cuál?) en nada les afectan lógica ni sintaxis. Separemos sus dos mitades:

1. El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido, de forma ampliamente mayoritaria, a Cataluña como nación.
2. La Constitución española, en su artículo segundo, reconoce la realidad nacional de Cataluña como una nacionalidad.

1 hace a la ciudadanía catalana sujeto constituyente de la nación Cataluña. En 2, la ciudadanía española se otorga la potestad constituyente de definir a Cataluña como parte de la nación España. 1 y 2 se excluyen formalmente. Y dibujan el cuadro de una violación que 2 impone a la legítima soberanía de 1. Y un solo horizonte de legitimidad: la insubordinación contra el dictado de 2.

Todos, menos el PP, han dado su acuerdo a eso. 

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comentarios
1 alauda44, día

Querido y admirado Lucrecio, lo que para usted y para mí es antilogía, parace que para ellos es dilogía.

2 jquin, día

Y mientras la "ciudadanía" qué dice? Pues, cuando cae el próximo puente.

3 Tacoront, día

Antilogía, dilogía o glosolalia, qué mas da. No es retórico el problema, ni siquiera psiquiátrico, pues la esquizofrenia es consentida y calculada. Se trata de decirle a los catalanes: "Ustedes créanse que son lo que les dé la gana, y actúen libremente en consecuencia." Y a los españoles, desde ese preámbulo: "Cuando su constitución dice lo que dice, está expresando una opinión relativa, un capricho terminológico que, pese a las apariencias, no puede contrariar lo arriba expuesto." Es lo que tiene la asimetría sinecdóquica, y por eso insistía Sabino Arana en que los catalanes, a diferencia de los vascos, sí eran españoles (igual que, para el canario, son igual de "godos" el madrileño, el gallego, el murciano, el catalán o el vasco). Dicho de otra manera, la cuestión ya no es sólo la autodefinición etnicista y más o menos onírica del sujeto colectivo que ansía separarse; sino la obsesión patológica de éste por definir España como un Otro extraterritorial e inhumano, la personificación unificada del mal, una presencia fétida de efluvios letales, sin cuya supresión no podrá hallar alimento la incipiente autoestima de aquél.

4 Cavernic, día

¿Recuerdan aquello de Valle? Los espejos que deforman la realidad como única forma de entender el ruedo ibérico. Vean vean, el civismo de los diputados catalanes: En el debate, Puigcercós ha acusado a CiU de "no ayudarnos" a mejorar los términos del acuerdo estatutario y de "llamar a Madrid y pedir por favor (al PSOE) que no le den nada a ERC", porque si los republicanos obtuviesen alguna mejora, CiU "quedaría en evidencia". Mas ha negado que CiU esté "boicoteando los pactos de ERC en Madrid" y, en gesto irónico, le ha concedido "un regalo" a Puigcercós: "una hoja en blanco y con mi firma". "Vaya usted a Madrid y, con esta firma, obtenga lo que sea. Se lo firmo en blanco", le ha dicho el líder de CiU, antes de pedirle que "espabile. Se trata de ir a Madrid y mojarse de verdad. Y asumir las críticas que después le puedan hacer, porque nunca conseguirá el cien por cien de lo que pide". Puigcercós ha señalado que "quizá deberíamos utilizar este papel para retirar el Estatut" y ha recordado que Mas llegó a decir que "si no había concierto económico y no había 'nación' en el articulado este Estatut no valía la pena". Fíjense en dos cosas. No se menciona ningún principio, y sólo se defienden los partidos, las castas. Cerradas, por supuesto. No obstante, hay esperanza: "Cuando desde Cataluña se dice con esta delicadeza que nos ha hecho legendarios (y dicho, además, por un político de izquierdas), que a la solidaridad se le ha de poner límites; y cuando eso se traduce al lenguaje gangsteril y se vocifera que los extremeños comen de nuestra mano, no sólo se está insultando a los extremeños." Y sobre todo. "Porque el nacionalismo es, en efecto, y por encima de cualquier otra cosa, una obediencia. Una obediencia debida. Una obediencia debida a un ser superior."

5 alvarosa, día

No percibo yo antilogía entre ambas proposiciones, porque la segunda no pretende decir, ni mucho menos, lo que nuestro amigo Lucrecio propone. Lo que el art. 2 de la Constitución dice es justo lo contrario de lo que se afirma en el Preámbulo que dice: de ninguna manera se reconoce más nación que la española y de ninguna manera ésta acoje como nacionalidad a una prexistente realidad nacional catalana. Esta proposición es de una monstruosa inconstitucionalidad, ya que arroga únicamente a los ciudadanos españoles que tienen vecindad administrativa en Cataluña la capacidad de decidir que el art. 2 de la Constitución dice exactamente lo contrario de lo que dice. Sin que podamos opinar el resto. Lo verdaderamente grave e intolerable del nuevo Estatuto catalán es que nos despoja a los españoles que no tenemos vecindad administrativa en Cataluña de la condición de ciudadanos para retrotraernos a la de súbditos: se decide sobre la soberanía sin nosotros. Así de claro. ¡Constitución o armas!

6 quijosan, día

Estoy de acuerdo con Alvarosa. No hay tanto antología como ambigüedad calculada para que el más fuerte (los separatistas "colonialistas") interpreten lo que más les conviene, y lo pongan en práctica con su correspondiente "fuerza de obligar". Os recomiendo el artículo de El Catoblepas 48 , pág 11 (en http://www.nodulo.org/ec/2006/n048p11.htm ), que me parece muy esclarecedor en este sentido.

7 quijosan, día

está claro que donde dice "antología" debería decir "antilogía"

8 Julian, día

¿El ínclito Lucrecio imparte clases de filosofía? Espero sinceramente que eso no incluya clases de lógica. Saludos.

9 Witness, día

“ Una clase compuesta por dos o más miembros puede poseer una característica que no poseen cada uno de ellos individualmente. ” (Lewis Carroll). La clase de las frases del preámbulo del proyecto de estatuto catalán posee la característica de la completa antitésis de sus componentes, a pesar de que cada una individulamente carezca de ese cualidad . La añagaza empleada por los portavoces rubalcaformes es desdeñar toda consideración sobre el conjunto para centrarse en la pedestre palabrería de cada elemento por separado. Simple juego malabar a lo “Chesshire's cat”: la sonrisa queda en el aire mientras la forma gatuna se desvanece. La cuestión, sin embargo, es que ambas proposiciones se enuncian a partir de falseades y que, además, tras la más evidente mendacidad de la primera, se pretende disimular la ambigüedad ladina de la segunda. El texto se atreve a definir a Cataluña como nación a partir de una “declaración ampliamente mayoritaria” del Parlament cuando tal afirmación no puede tener validez en cuanto que contradice a lo establecido por el Pueblo Español, que es el depositario legítimo de la soberanía. Además, da por hecho, antes de que existan pruebas feacientes de ello, de que el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía son los impulsores de esta declaración, una afirmación fácilmente rebatible con sólo comprobar hasta dónde al electorado catalán se le hizo partícipe de las intenciones últimas de los candidatos a los pasados comicios autonómicos. Por otra parte, el artículo 2º de la Constitución no hace mención alguna a la existencia del término “realidad nacional” sino a la de “nacionalidades y regiones” propias de la nación española. La redacción propuesta por la coyunda nacional-socialista permite suponer, sin aclararlo, que esa “realidad nacional” se situa al margen de la común a todos los españoles. Ambigüedad calculada que intenta colarse por los resquicios de la semántica.

10 Witness, día

Termino: En fin, lo que verdaderamente importa a los sonsólidos monclovitas es que el estatuto salga de las Cortes “como sea” para ser votado en el referendum catalán muñido por Maragall antes de que el Tribunal Constitucional o las iniciativas del PP puedan cuestionar su legalidad y su legitimidad. Es el viejo truco de los hechos consumados que tantos frutos ha dado al progresismo de verbena que padecemos en España.

11 Witness, día

Tacoront: Como tinerfeño, creo que, en el nacionalista canario, esa aversión a lo español no puede alcanzar los grados de los galeuscas porque la condición isleña impone una peligrosa soledad. Ese aborrecimiento del “godo” tiene mucho de retórico, de impostado. Cuando se profundiza un poco, el nacionalista canario pierde enseguida la confianza en la originalidad de sus referentes singulares y deja entrever cuánto hay de meramente provinciano, de toscamente irracional en esa pose despectiva. Pero el que no exista una verdadera inquina destructora de la común identidad española, no implica que no sea políticamente rentable apelar a la “singularidad” y a la distancia a la “metrópoli”como coartadas electorales. En realidad, Canarias siempre a sido tierra propicia para la demagogia particularista. El mismo “pleito insular” no ha sido sino una forma microscópica de particularismo. En el caso catalán, la voluntaria ceguera de los nacionalistas, sus excluyentes ínfulas patrióticas, su deliberada falsificación de la historia, su victimismo barato, que se complace en fomentar un complejo de inferioridad castrante para la población que dicen representar, su xenofobia intrínseca, basada en rancias ideas decimonónicas, afines a las más abyectas ideologías que han ensuciado Europa, sus planteamientos políticos, tan estrechos y desviados como su interpretación de la sociología y el derecho, apuntan a que la verdadera razón de tanta sinrazón se halla en las bajas pasiones de una clase política que ha infectado progresivamente con el recelo, el rencor y el odio lo que habían sido principios ilusionantes de la transición.

12 Mendel, día

Antilogía sería si el orden de las premisas fuera otro: La Constitución reconoce la realidad nacional de Cataluña como nacionalidad, aunque el Parlamento de Cataluña la defina como Nación. Así no me lo parece, por más que me disguste. "El parlamento Catalán define a Cataluña como nación y la Constitución reconoce la realidad nacional catalana como nacionalidad, luego..." En este caso, parece que la Constitución se subordina a la definición del Parlamento Catalán. Desafortunadamente, también la Constitución utiliza el término "realidad nacional". Estos juegos semánticos alimentan la confusión, que sólo beneficia a los pescadores de río revuelto.