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Pablo Planas

Un tío en zapatillas

¿Qué tiene que pasar para que Sánchez interrumpa su plácido descanso? Más vale ni pensarlo.

¿Qué tiene que pasar para que Sánchez interrumpa su plácido descanso? Más vale ni pensarlo.
El presidente del Gobierno, en la imagen que él mismo ha distribuido por Twitter. | Twitter/@sanchezcastejon

El hombre que caminó cinco metros al lado de Joe Biden sigue tan a gusto de vacaciones. ¿Kabul dice usted? Ya puede caer Roma en manos de los bárbaros, que el bello Pedro ni se inmuta ni se quita las zapatillas. Como gran concesión de cara a la galería, el presidente del Gobierno ha tenido a bien difundir por Twitter una imagen que ha sido pasto de toda clase de comentarios. En la instantánea se aprecia a Sánchez de traje, pero con alpargatas playeras. Puede que no se haya llevado zapatos de vestir a la residencia veraniega de La Mareta. O también cabe la posibilidad de que pensara que las espardeñas no saldrían en la foto. A saber. Lo mismo está encantado y podría ser peor. Unas chanclas, por ejemplo.

El caso es que ante las críticas por no haber interrumpido las vacaciones como sí han hecho Macron, Merkel, Johnson, Draghi y el resto de los presidentes y primeros ministros de países miembros de la Alianza Atlántica, nuestro hombre en Lanzarote se ha conectado con Margarita Robles y José Manuel Albares en la idea de que la foto de una videoconferencia podría ser suficiente para seguir tirado a la bartola tomando el sol, posición en la que lleva desde el pasado 4 de agosto. "Hoy, junto a la ministra de @Defensagob y al ministro de @MAECgob, hemos seguido el desarrollo del dispositivo y llegada del primer avión de repatriación A400 a Kabul. Estamos trabajando para que la operación de evacuación en Afganistán se desarrolle con la máxima seguridad", ha tuiteado su excelencia o el ayuda de cámara más bien.

El texto contrasta no poco con la imagen. "Estamos trabajando para que la operación de evacuación en Afganistán se desarrolle con la máxima seguridad", dice. Tras ese enunciado cabría esperar a Sánchez arremangado y con la corbata desanudada inclinado sobre un ordenador mientras un grupo de uniformados a su alrededor se agita en una sala de mando plagada de grandes pantallas y la última tecnología de telecomunicaciones. Lo típico de las películas, sí, una sensación de movimiento, tensión y urgencia. En cambio, aquí tenemos a un tipo en un despacho improvisado, calzando unas alpargatas y mirando una pantalla en la que se atisban los rostros en primer plano de Robles y Albares. Parece un chiste de Gila en el que Sánchez va a preguntar de un momento a otro: "¿Está el talibán? Que se ponga".

Dicen los analistas progubernamentales que los indultos a los golpistas ya son historia, tal como vaticinaban. Sí, claro, historia y con mayúsculas, como la subida de la luz mientras la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribero, se ríe del personal y dice que tampoco hay para tanto. Historia como la de los niños de Mohamed VI repatriados mientras Podemos clama contra Marlaska y el presidente de Ceuta, el popular Juan Jesús Vivas, mete otra vez la pata hasta el sobaco, igual que con la reprobación de Abascal. Historia como la de la angustia de los españoles en Kabul a la espera de una extracción que depende en primera instancia de unos señores que están de vacaciones y siguen de vacaciones.

¿Qué tiene que pasar para que Sánchez interrumpa su plácido descanso? Más vale ni pensarlo.

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