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Pedro de Tena

Los hundimientos

De lo que no cabe duda es de que va a ver algunos hundimientos, dos tan relevantes a su escala como los del Titanic o la Casa Usher

¡Cualquiera sabe lo que va a pasar el próximo martes! Sí, sí. Todo el mundo parece tener la quiniela acertada, pero cuando se agitan las fuerzas telúricas de las percepciones y los sentimientos, pueden producirse hundimientos, algunos inesperados. Y pueden tener lugar asombrosas emergencias. El modelo demoscópico indica, como es sabido, que sobregana el PP de Isabel Díaz Ayuso con Casado, Feijóo y Moreno de estatuas; que Vox será necesario pero decreciendo adecuadamente o no; que Pedro Sánchez sufre un Gabilrredondo de PSOEcardio; que Errejón arrasa al Iglesias que lo echó y que Inés Arrimada logra desaparecer por fin. Eso es lo que parece si se siguen las encuestas o, como se hace ahora para simular por culpa de una ley absurda e injusta, si se computan las visitas a determinados monumentos, sean Plaza Mayuso, Monasterio de El Escorial o Iglesia Silvestre Vallecana, por citar sólo a tres.

De lo que no cabe duda es de que va a ver algunos hundimientos, dos tan relevantes a su escala como los del Titanic o la Casa Usher, un tercero de dimensión incierta pero de consecuencias graves y un cuarto ya entrevisto.

El primero de ellos, por su inesperada ocurrencia, va a ser el de Pablo Iglesias y de su clan, que ya no partido, apoyado más que nunca por los nuevos comunistas de Izquierda Unida y sus deteriorados pecios. Se pensaba que Iglesias bajaba a la arena madrileña, no por gusto, claro, que ya sabía del riesgo, pero con el norte de salvar a Podemos de la desaparición nacional a corto plazo. Ya apenas existe en muchas regiones de España y de no conseguir el 5 por ciento en las elecciones del próximo martes, el naufragio será fastuoso. No ha habido error alguno que no haya cometido el "invotable". El último, el de sus escoltas bronquistas de Vallecas ha sobrepasado todos los límites. Ha perdido toda credibilidad y su fuga anunciada tras el desastre igual origina una deserción masiva. Merecidísima.

El segundo va a ser el de Inés Arrimadas y su chiringo, que no a van a poder pagar ni la luz de sus locales tras el batacazo que se avecina por el vertiginoso empuje de sus deslealtades y del voto útil. Caro le ha salido a Ciudadanos su viraje inexplicable al centro izquierda con separatistas y Bildu al fondo, su lamentable comportamiento en Madrid y Murcia y su oportunista confusión ideológica y organizativa. Ahora va a resultar que los personajes más importantes de la formación van a ser sus eurodiputados, desde Maite Pagazaurduntúa a Luis Caricano pasando por Soraya Rodríguez o José Ramón Bauzá, con dos pilares en el interior, Juan Marín y Francisco Igea. Pero la ruina, tras el aullido de El Lobo Hervías y los cantos del ex ruiseñor Rivera, parece inevitable.

Hay un tercer hundimiento que todavía no se percibe del todo, pero que ya resopla bien cerca. La foto de Colón, que simbolizaba la reacción nacional y constitucional ante el desafío corruptor de Pedro Sánchez y sus secuaces, va a menguar de tres a dos. La razón por la que el PSOE y sus aliados quisieron exterminar a Vox era, entre otras menores, porque simbolizaba la posibilidad de reconstitución del centro derecha y porque daba paso a la opción de que ganara elecciones a todos los niveles del Estado como había demostrado dos meses la sorpresa electoral andaluza. La jugada ha salido muy mal y en la geometría política imaginaria Vox es ahora la derecha cierta, el PP pasa a ser un centro sin adjetivos y PSOE y sus apoyos comunistas y separatistas son claramente la izquierda confusa.

Lo que va a hundirse es la posición anti-Vox de Pablo Casado, que a estas alturas ya habrá comprendido que sin el apoyo expreso o tácito de los de Santiago Abascal, sobre todo si éste crece inesperadamente en Madrid, que ya se verá, no habrá gobiernos de centros derecha en España, en las Comunidades Autónomas y en los Ayuntamientos, los más importantes y los menos. Esa dependencia no casa bien con el discurso de Pablo Casado en el Congreso del pasado 22 de octubre de 2020 que se sumó a Pedro Sánchez y su sectarismo filototalitario. O sea, que habrá que rectificar, que es de sabios y más pronto que tarde. Aunque quizá hundirse sea una tentación.

Y a lo lejos, suenan los primeros crujidos del casco podrido del viejo barco de Pedro Sánchez a menos que imprevistos votos por correo taponen las vías de agua que están ahogando a muchos socialistas que quieren ser socialdemócratas antes que ser muñecos de feria de comunistas, separatistas o no. El cuento está empezando a acabarse.

En España

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