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Zoé Valdés

Bobby Batista, un hombre de verdad

Cuánta mentira nos inocularon a los cubanos a partir de 1959 acerca de Batista y de esa peculiar familia.

Cuánta mentira nos inocularon a los cubanos a partir de 1959 acerca de Batista y de esa peculiar familia.
Roberto Fernández Batista

Ha fallecido en Madrid Roberto (Bobby) Batista Fernández (1947-2022), hijo de Fulgencio Batista y Zaldívar, presidente de Cuba hasta diciembre de 1958, y de la primera dama Marta Fernández Miranda de Batista. En lo personal he perdido a un gran amigo, y a un hermano. Gran hombre, gran hijo, gran padre, un señor, Bobby fue un verdadero ejemplo hasta sus últimos minutos.

Escribió un libro que quedará para los anales de la historia como una de las tantas pruebas del horror castro-comunista y de sus colaboradores en contra de Cuba y los cubanos; titulado Hijo de Batista, fue publicado por la Editorial Verbum en España.

El libro tuvo una excelente prensa en la Iberosfera y en el mundo. Por primera vez, un miembro de la familia Batista salía del discreto anonimato que asumieron a conciencia para contar sus memorias personales. Esas memorias son parte inefable de la historia de Cuba y del mundo, aunque quieran negarlas o ignorarlas.

Conocí a Bobby en el verano del 2003, en Miami, me lo presentó su hermano Fulgencio Rubén (Papo) Batista y Godínez, en su casa. El mismo día también conocí a Roberto Fernández Miranda, hermano de su madre, su tío, muy cercano al presidente Batista, jefe de la guardia personal del mandatario en el Palacio Presidencial. Yo había ido recomendada por Santiago Rey Pernas, ministro de Batista y uno de los creadores de la flamante Constitución de 1940; llegué con varios proyectos de entrevistas para escribir mi libro sobre su padre, titulado Pájaro lindo de la madrugá, novela editada en España por Algaida. Salí con todas bien respondidas y con el premio de la amistad perdurable.

Bobby siempre sonriente, educado y amable, expresó lo que yo hubiera querido manifestar sobre su familia: admiración y respeto hacia mi persona. El impacto de consideración y reconocimiento fue mutuo. Nos adoramos desde el primer minuto, a golpe de inteligencia y de fineza a pulso. La amistad con su hermano se extendió también a él y a sus otros hermanos, hijos y familiares, especialmente con Esther y con su hermana Elisa, a la que también entrevisté en días posteriores.

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En el centro, Bobby Batista; a la derecha, su padre, Fulgencio.

Durante años pude comprobar una vez más cuánta mentira nos inocularon a los cubanos a partir de 1959 acerca de Batista y de esa peculiar familia. Peculiar por su altísima educación, su cultura (pese a sus verdaderos orígenes humildes), su amor por Cuba.

Bobby nació en Nueva York, se educó en colegios suizos, trabajó siempre como abogado, y jamás se alejó, ni siquiera debido al daño que le habían provocado, de su propia historia. Orgulloso de ella, estuvo disponible en todo momento para cualquier entrevista, jamás temió a las preguntas supuestamente delicadas; nunca las evadió porque siempre tuvo una inmensa generosidad para Cuba y para los interesados en nuestro país, al que amaba profundamente.

Cuánta diferencia la de estos hijos de Batista con los zarrapastrosos y chusmas hijos de los Castro, incluso habiéndose educado estos últimos y habiendo vivido todos como hijos consentidos de esos tiranos –me refiero a Fidel y Raúl Castro.

Las dos últimas veces que estuve en Madrid, ya él estaba bajo tratamiento médico, pero hablábamos mediante un chat que abrí para toda la familia. La última vez que nos vimos fue durante un almuerzo con sus dos hijos, su editor Pío Serrano y su esposa Aurora, en un restaurante madrileño. Hablamos como era habitual de Cuba, y de su futuro. Uno de sus sueños era llevar algún día los restos de su padre y los de su madre a la tumba y panteón de sus abuelos en la isla. Un día lo haremos, también con los suyos, si sus hijos y herederos lo desean.

Con la pérdida de otro Batista –el año pasado murió Jorge, y mucho antes Rubén– se pierde un legado de honradez, trabajo, y decencia; nos quedamos nuevamente sin poder rendir justicia, al menos, a los descendientes de la verdad que tanto lo merecen. Pero eso llegará, algún día lo conseguiremos, se lo prometí a Bobby. Los cubanos de honor cumpliremos.

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