Esta historia ha tenido lugar en una ciudad china llamada Yinchuan, cuando en medio de una rabieta, propia de cualquier niño, el pequeño de diez años decidió denunciar ante las autoridades a su padre por posesión de drogas, justo después de que le castigara por no hacer sus deberes.
Según han informado medios locales, después del castigo, el niño estaba tan enfadado que se fue de casa. Entró a una tienda y pidió usar el teléfono para llamar al servicio de emergencias y alertar a la policías sobre lo que tenía su progenitor. El pequeño denunció que su padre tenía drogas en la vivienda, por lo que la policía se dirigió hasta la ubicación con el objetivo de realizar un registro.
Los agentes registraron el domicilio y encontraron la droga a la que se refería el pequeño: ocho bulbos de amapola, planta de la que se extrae el opio, según ha informado RT. El padre del niño se defendió argumentando que utilizaba esta droga con fines medicinales, aunque el argumento no le sirvió de nada, ya que la posesión de amapolas sin autorización es un delito en China que puede conllevar sanciones penales.
Tras el registro, el hombre fue trasladado a una comisaría y las pruebas del caso se han remitido a una brigada antidrogas. Por el momento, no se conocen las consecuencias legales a las que se enfrentará el padre del niño. Aunque seguramente se pensará dos veces si volver a castigar a su hijo por no realizar la tarea.
El opio en China
El opio es una sustancia narcótica que se extrae de los bulbos de la adormidera, una planta que se ha cultivado desde la antigüedad por sus propiedades sedantes y analgésicas. En China, esta sustancia ha tenido una presencia significativa a lo largo de la historia debido a las Guerras del Opio que tuvieron lugar durante el siglo XIX.
En la actualidad, la producción, venta y posesión de opio están terminantemente prohibidas. A pesar de ello, se sigue vendiendo y consumiendo, como en esta curiosa historia.
Cabe destacar un caso que tuvo lugar en 2016, cuando las autoridades chinas llegaron a cerrar 35 restaurantes que utilizaban adormidera como sazonador en sus platos. A pesar de ser una práctica ilegal, con su uso provocaban que el cliente se enganchara al sabor de sus comidas.