Es un misterio por qué, cuando éramos niños, nos apetecían tanto los caramelos. Con seguridad andábamos faltos de glucosa. Entonces los comprábamos por unidades, todo lo más media docena, pero sueltos. Me parece que ya no quedan “cesteras”. Hoy los caramelos se compran al peso, por paquetes. El hecho es que en las casas, en las tiendas u oficinas pueden verse bandejitas de caramelos que duran mucho. En los hoteles y en las salas de reuniones los ponen para que no se fume. En los aviones te ofrecen caramelos para ahorrarse el café o la merienda. No tienen mucho éxito.
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