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Carmelo Jordá

La imagen que define a este PP

Esta imagen es excepcional porque cuenta una terrible historia.

Esta imagen es excepcional porque cuenta una terrible historia.
Tarek/PP

Miren la imagen que acompaña esta columna, fíjense cuidadosamente en la escena que refleja: una serie de personas alrededor de un hombre, un poco empequeñecidas de hecho ante la posición prominente de aquél, que destaca tanto por su ubicación central como por su tamaño y, particularmente, porque su indumentaria, sin ser un diseño de Agatha Ruiz de la Prada, sí es algo más colorida.

Con más o menos entusiasmo, todos los de la imagen aplauden, como si se pasase lista, que es obvio que se pasa, y los primeros que lo hacemos somos los periodistas. Todos aplauden, digo, menos el personaje central, cuya actitud parece traslucir no sólo que recibe satisfecho la ovación, sino –fíjense, miren bien- que considera que la merece, que están muy bien esos aplausos, que se los ha ganado y, si me apuran, que un poco cortos se están quedando.

Desde el momento en el que hemos descubierto la fotografía en Libertad Digital, nos ha parecido excepcional, y lo es porque tiene una virtud que no es nada fácil lograr en una imagen estática: cuenta una historia.

Es la historia de una serie de personajes que están ahí, como diputados, ministros en funciones y otras labores varias, porque lo ha decidido el aplaudido; parafraseando a Alfonso Guerra, ni uno solo de los palmeros habría salido en esta foto de haberse movido. Y lo saben, y aplauden.

Lo curioso, lo terrible, es que el aplaudido también lo sabe, y a pesar de ello se regocija como si le aplaudiese la Asamblea General de ONU, qué digo la ONU, una reunión de premios Nobel, el Club Bilderberg ese, la Academia de Atenas, la repera limonera, vaya.

Y ese es el panorama que la fotografía describe mejor que lo haría un tratado de trescientas páginas de cuidada prosa: un partido en el que todos los que están son porque el líder supremo así lo ha decidido; y en el que el líder supremo se cree lo que le dicen, lo que le aplauden, aquellos que le deben la vida.

Es el mal que está acabando con el PP: una estructura piramidal que genera lealtades perrunas y en cuyo vértice superior está un político tan alejado de la realidad como de Marte, entre otras razones porque para él la realidad del día a día está llena de palmeros que le van a aplaudir diga lo que diga, haga lo que haga, aunque les lleve como les está llevando a un matadero en el que los unos entrarán aplaudiendo y él, abrochándose la chaqueta fatuo, convencido de que, tal y como le dice Arriola, es el mejor.

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