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EDITORIAL

ETA saca provecho de la confusión

Mientras el Ejecutivo se empeña en hacernos creer el mito del terrorista bueno, quizá como prólogo a una nueva fase de diálogo y negociación, ETA se reafirma en sus objetivos y en el medio para conseguirlos, que no es otro que la violencia.

En medio de la polémica suscitada por el acercamiento de algunos presos etarras al País Vasco, la banda terrorista aprovecha el enésimo juego de equívocos provocado por el Gobierno para intentar convertirse en árbitro de la política española. Así, lejos de ser un llamamiento a la paz o al abandono definitivo de las armas, el manifiesto de los 100 ex presos de ETA el sábado en el acto de afirmación celebrado en la localidad de Usurbil sólo puede ser interpretado como una nueva amenaza a menos que el Estado de derecho ceda ante los asesinos y proceda a la amnistía de los terroristas encarcelados.

Mientras el Ejecutivo se empeña en hacernos creer el mito del terrorista bueno, quizá como prólogo a una nueva fase de diálogo y negociación, ETA se reafirma en sus objetivos y en el medio para conseguirlos, que no es otro que la violencia contra la población. Rendición, y no negociación, es lo que los terroristas reclaman, tal y como vienen haciendo desde hace décadas. Poco importan los términos en que se expresen cuando sus intenciones están tan claras, como demuestran los últimos asesinatos perpetrados por la banda y las múltiples acciones criminales que planeaban los comandos y unidades desarticuladas a lo largo de este año.

Por desgracia, no parece tan claro el objetivo del Gobierno a pesar de la firmeza retórica de Pérez Rubalcaba, quien ha reiterado que "ETA acabará como los GRAPO" y que con los terroristas ya no cabe diálogo alguno. Unas palabras que suenan bien, aunque carecen de credibilidad debido a que, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, podrían ser matizadas o incluso desmentidas en cualquier momento por el presidente del Gobierno. No sería la primera vez que los socialistas mienten, diciendo una cosa y haciendo la contraria. Dados los antecedentes, cabe exigir a Rodríguez Zapatero una clarificación inmediata de la política antiterrorista del Gobierno y una declaración solemne de intenciones. De poco sirve que el ministro del Interior se decante por la lucha policial contra el terrorismo mientras el jefe del Ejecutivo sigue moviéndose en el terreno de la ambigüedad, como evidenció hace pocos días cuando justificó la presencia de ANV en las instituciones apelando a la libertad y al pluralismo, justo los que los miembros de este partido ilegalizado niegan a quienes no piensan como ellos.

Por lo tanto, no nos parece justificada la confianza que Federico Trillo, portavoz de Justicia del PP en el Congreso de los Diputados, deposita ahora en el Gobierno, pocas horas después de que Mariano Rajoy denunciase la ambigüedad de Rodríguez Zapatero. Tampoco está clara la postura del partido de la oposición respecto a la política antiterrorista del Gobierno, algo sumamente grave si tenemos en cuenta que en pocos meses se celebrarán elecciones al Parlamento Vasco. Tal vez la confusión beneficie al PSOE, pero en nada ayudará a las expectativas del PP emular el mal ejemplo socialista pidiendo a sus votantes un cheque en blanco.

Todos sabemos lo que quieren los terroristas. Sin embargo, el doble discurso y las contradicciones del Gobierno y del principal partido de la oposición sólo siembran las dudas entre una ciudadanía harta de medias verdades. No se puede estar contra ETA y a favor de ANV, de la misma forma que resulta incoherente criticar a Rodríguez Zapatero y elogiar a Rubalcaba. Bastante grave resulta que el Gobierno no sepa lo que hace para que además le salgan imitadores en la oposición. 

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