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Guillermo Domínguez

Un trago de hiel

Un cazorlazo en toda regla que deja al Barcelona a ocho puntos de la cabeza. Porque los culés sí habían hecho los deberes un día antes en esa difícil plaza que es el Sánchez Pizjuán.

Vaya por delante que recientemente le vendí a Víctor Gago, compañero y sin embargo amigo, la burra ciega y parda de escribir un artículo semanal, osando desmenuzar las venturas y desventuras de la muy noble ciencia balompédica, amén de otros deportes que suponen el circo nuestro de cada día... ¡y el muy incauto me la compra! A precio de risa, para más inri. Me cuesta creer, querido, que a tus cuarenta y pico primaveras seas capaz aún de meterte en camisa de once varas. En fin, como el daño ya está hecho, al lío voy...

Viernes 16. En torno a las doce del mediodía, para más señas. Paul Breitner sacó primero del bombo la papeleta con el nombre del APOEL Nicosia y a continuación la del Real Madrid. Se frotaban las manos los miles –¿qué digo miles?, ¡millones!– de aficionados merengues al ver que su equipo se va a enfrentar en cuartos de la Champions a un club chipriota que, en el mejor de los casos, andaría en puestos de descenso en la Liga española. Una panda casi de amiguetes que, pese a su proeza de eliminar al Olympique de Lyon en octavos, se presenta sobre el papel muy inferior en el duelo frente a los blancos.
 
Conviene matizar esto del "papel" porque sobre el césped podemos ver otra cosa bien distinta. Luego no se extrañen. En primer lugar, el Estadio GPS –así se llama el recinto donde el APOEL juega sus partidos como local– es una auténtica caja de cerillas pese a tratarse del mayor de Chipre. Sus medidas, muy parecidas a las del campo de Vallecas. Y huelga recordar cómo las pasó el Madrid en la calle del Payaso Fofó hace apenas unas semanas. Y segundo: Mourinho no podrá contar en Nicosia con su faro, Xabi Alonso, baja por sanción. El de Tolosa, que lleva una temporadita muy por debajo de su nivel, vio una amarilla contra los rusos del CSKA que parece ni pintada porque luego, a la hora de la verdad, sí estará disponible.
 
Se antojan estos mimbres suficientes para echar por tierra las tesis forofas de los sacapechos y echaos p'alante que anuncian a bombo y platillo una goleada del Madrid. También en la ida. Pero yo me alineo con las de Butragueño, quien pronostica que "la eliminatoria en absoluto va a ser fácil". Podrán tacharme de cagao, pero la experiencia (Alcorconazo, Centenariazo...) me dice que hay que andarse con cuidado en estos casos. Ya se sabe que "a burra nueva, cincha amarilla"...
 
De momento el Málaga ya le ha enseñado el camino a los chipriotas, aunque bien es verdad que éstos no tienen en sus filas a ese futbolista superlativo llamado Santi Cazorla. Resulta que cuando el Madrid se las prometía felices y, después de haber perdonado lo imperdonable en una segunda mitad sin color, llegó ese bajito asturiano para marcar un golazo de falta en el descuento, darle el empate final a los suyos en el Bernabéu y, lo que es más importante –al menos en lo que a la lucha por el título liguero se refiere–, devolver toda la emoción al campeonato, aunque Guardiola se obstine en vendernos todo lo contrario.
 
Un cazorlazo –¡lo que nos gusta inventar términos a los periodistas deportivos, lo confieso!– en toda regla que deja al Barcelona a ocho puntos de la cabeza. Porque los culés sí habían hecho los deberes un día antes en esa difícil plaza que es el Sánchez Pizjuán. Le bastó media hora al insaciable Messi para hacer lo que le vino en gana y dejar sentenciada la contienda con un golazo que es de lo mejor que hemos visto en esta Liga. 
 
Para que no digan que sólo hablo de fútbol, destaco también el carrerón de Fernando Alonso en Australia, donde ha acabado quinto, después de haber salido duodécimo, pese a esa tartana que le han dado en la supuestamente mejor escudería del mundo de Fórmula Uno. El F2012 no es que necesite mejorar, como apuntan en Maranello, sino que van a tener que trabajar a destajo si realmente quieren ser un equipo ganador, algo que ahora mismo ni siquiera pueden soñar.
 
Y tampoco me olvido del torneo de Indian Wells, primer Masters 1000 de la temporada, con el triunfo de Roger Federer. Entre el suizo y el gigante John Isner se encargaron de evitar la esperada y deseada final Nadal-Djokovic, que es como un Madrid-Barça en las pistas de tenis. 
 
Dejamos atrás una semana cargadita, pero la que viene tampoco es moco de pavo: dos jornadas ligueras, otro gran premio de Fórmula Uno –Malasia– y los cuartos de final de la Euroliga de baloncesto.
 
Mientras tanto, ustedes ni se muevan de ahí y manténgase pegados al monitor. Ni pestañeen porque seguiremos (des)informando. Que sea lo que Dios quiera...
 
 
El Sr. Domínguez es periodista, editor de la sección de Deportes de Libertad Digital. Sígalo en Twitter: @Dr_Dominguez

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