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Ignacio Villa

ZP pierde el pulso

Se pinte como se pinte, el congreso federal del Partido Socialista ha dejado en evidencia una realidad. Rodríguez Zapatero está atado de pies y de manos por los socialistas catalanes. El secretario general del PSOE no ha podido imponer el criterio, expuesto hace pocos días, en el que manifestaba que no quería barones territoriales en la Ejecutiva a excepción del extremeño Rodríguez Ibarra en reconocimiento a su trabajo. Zapatero ha tenido que ceder a las presiones de los catalanes y finalmente Montilla estará en al dirección de Ferraz en contra de la propia voluntad del secretario general.

Este aterrizaje forzoso demuestra dos cuestiones evidentes. Por un lado, Zapatero manda menos de lo que parece en el partido incluso en tiempos de gloria; por otro, José Blanco ha sido incapaz de cerrar unas negociaciones que deberían de haber estado resueltas antes del congreso federal. Dos cuestiones que empañan la reelección del secretario general del PSOE y que sitúan en primera línea los verdaderos problemas del líder socialista. Zapatero sale del congreso con una Ejecutiva que no quería, ha tenido que ceder y no ha podido cumplir sus intenciones a la hora de formar su propio núcleo de confianza. Y desde luego, aunque José Blanco ha colocado a alguno de sus personas de confianza en la dirección ha demostrado que tiene nula sintonía con algunos sectores fuertes del PSOE y especialmente ha evidenciado sus muchas deficiencias a la hora de negociar.

Zapatero sale de su "congreso tranquilo" de una forma que desde luego no tenía programado. No tiene la dirección que pretendía, ha demostrado que cuando alguien le echa un pulso puede ganarlo, ha enseñado sus debilidades como líder en los momentos complicados y además ha alardeado de los peores rasgos de su carácter: prepotencia, agresividad, arrogancia y triunfalismo. El "congreso tranquilo" se ha convertido en el "congreso peligroso". Zapatero sale del cónclave socialista con una aclamación bajo el brazo que esconde artificialmente las verdaderas debilidades. Y eso que ahora está en la cresta de la ola. Zapatero ha perdido un pulso con su propio liderazgo y lo ha hecho a plena luz del día.

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