La lideresa de Izquierda Unida en Madrid ha negado que tenga la menor intención de dimitir a consecuencia de los enjuagues municipales de los que ha resultado agraciada su familia directa. Ahora mismo Tania está centrada en expulsar al PP del poder en Madrid, que es lo sustantivo, y ninguna consideración sobre ética política le va hacer desistir de su empeño. Además, los líderes de izquierdas no tienen por qué dar explicaciones sobre su conducta, puesto que el hecho de que estén ahí luchando para salvar a la humanidad de sí misma es argumento suficiente para evitar hacer frente a cualquier responsabilidad política.
La prensa y algunos tertulianos piden explicaciones a Tania Sánchez en la misma medida que ella las exige a políticos de otros partidos, algo absurdo porque los progres están aquí para reñir a los demás, no para recibir reprimendas, y menos de la castuza. Por eso, una política del PP que no ve el Jaguar de su marido en el garaje tiene que abandonar su puesto inmediatamente y ser encarcelada, pero si una representante de la izquierda pura no ve las subvenciones de su hermano hay que disculparla en el acto rogándole que, si no tiene inconveniente, no lo haga más.
El caso de las gabelas municipales con las que han resultado agraciados los Sánchez es sólo uno de los asuntos polémicos que afectan al núcleo duro de los regeneradores bolivarianos de nuestro sistema democrático. Ahí andan todos, intentando hacer ver que los trinques y los fraudes fiscales de los que se les acusa son un invento de la castuza. En el momento en que uno de ellos se rinda y actúe con un mínimo de la dignidad que exigen al resto de la clase política el invento, en su conjunto, se puede venir abajo. Por eso es importante que Tania no dimita. Tanto que hasta Jorge Verstrynge, otro progresista de toda la vida, iniciaba ayer su entrevista en La Sexta (dónde si no) exclamando: "¡Tania, aprieta el culo y resiste!". De lo segundo depende que el podemismo no se venga abajo.