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Pedro de Tena

Yo, difunto

Cuando esta oligarquía, que no es todo el PSOE pero que domina a todo el PSOE, se permite incluso salir de manifestación por empleo y con los sindicatos después de la que han liado, es que estamos ya a los pies del esperpento más encanallado

Al principio, consideré seriamente titular este comentario usando la palabra cinismo,pero luego caí en la cuenta de que a este tipo de personas que dirigen el PSOE actual, la coherencia, la honestidad intelectual y moral, la verdad y la decencia le importan un rábano. Entonces, ¿para qué esforzarme inútilmente en subrayar una y otra vez que lo que hacen es inmoral e incoherente pareciendo un Sísifo subiendo y bajando la montaña? Mucho mejor es reírse, disfrutar con el espectáculo que un grupo de desalmados está ofreciendo a la historia de España, profusa en desgarros pero poco habituada a reírse de sí misma. La última, la que motiva este artículo, es que dirigentes socialistas hayan acudido a la tradicional y traicionada festividad del Primero de Mayo. No me digan que no es chistoso que el partido del Gobierno, el Gobierno responsable de una situación pavorosa para el empleo en España, se manifieste con los sindicatos regados previa y suculentamente con dinero público –esto es, con dinero de todos, también el de los que no somos afiliados, de quienes no pensamos como ellos e incluso de los empresarios–, a favor del empleo y otras cosas. Es que es de guasa.

Decían que era imposible ir en la procesión y repicar. Los que tal cosa dijeron no conocían al partido de Zapatero y su pequeña oligarquía interna. La falta de escrúpulos lógicos que blanden, lo mínimo que debe despacharse en respeto a los ciudadanos, les hace posible tocar la campana y empuñar la vela. Imagínense al primer ministro griego y a su partido manifestándose con los sindicatos por la situación de ruina de la economía helena que ellos mismos han provocado. Pues si Zapatero y Griñán –que en Sevilla se ha visto a ex consejeros socialistas de la Junta vestidos de ugeteros en la mani del sábado–, fueran alguien en Grecia, los primeros en salir a las calles de Atenas con carteles de "fuera los causantes de la crisis", serían ellos mismos. Por cierto, el insigne líder griego, dijo hace dos días que "esta carga, la griega, no sólo debe ser soportada por Grecia, sino por Europa, y quizás por la humanidad entera". Hay gente con tanta cara o más que la oligarquía de Zapatero.

Pero hablaba de sonrisa, de risa abierta, de carcajada incluso. Un poco amarga, cierto, pero risotada; primero, por cómo tratan a su propia parroquia. Están tan seguros de que la fe del carbonero que han depositado en ellos es tan ciega y tan constante que da igual lo que les digan. Si les dicen blanco, les seguirán. Y harán lo mismo si les dicen negro. Y lo que es peor, les seguirán de todos modos aunque vean con claridad que es negro lo que es negro y no blanco o viceversa. Para estas situaciones, existe el antídoto adecuado: "Sí, sabemos que son unos sinvergüenzas pero lo importante es el Partido y que la organización no pierda puestos en el ranking electoral". ¿Consecuencia? Nada se mueve, todo sigue igual. Parménides se orina sobre Heráclito, padre, se ha dicho, de la dialéctica hegeliana, esto es, marxista.

Esto es herencia del marxismo y del leninismo. Los anarquistas de Proudhon y Bakunin ya vieron muy claro lo que se avecinaba con la gente de Marx desde las turbias polémicas de la I Internacional en las que se trataba, como fuera, de excluir a los libertarios, los únicos que trataban de razonar acerca de las inconveniencias de las organizaciones férreamente centralizadas y burocratizadas. "No hay peor dictadura que la se ejerce en nombre del pueblo", escribió el ruso con una clarividencia de profeta. No hay individuos sino clases, luego la persona como tal no es merecedora de respeto más que si sirve al destino histórico de clase. ¿Quién define ese destino? El partido. Pero como arguyó Trotsky cuando fue consciente de la tragedia, el partido es el comité central, el comité central es al comité ejecutivo y el comité ejecutivo es el secretario general. O sea, sólo uno. En nuestro humilde caso histórico, Zapatero.

Pero el carcajeo deriva también de cómo tratan al resto de los españoles. Les importa un bledo la lógica porque les importa un bledo la gente y les importa un bledo la democracia. Si hay algo que tengo cada vez más claro es la relación esencial e insustituible de la democracia con los razonamientos lógicos derivados de la ciencia de Occidente. Si las emociones, por positivas que sean en otros ámbitos, sustituyen a los argumentos racionales en la articulación de una democracia moderna, es que estamos al borde de involuciones autoritarias. Cuando esta oligarquía, que no es todo el PSOE pero que domina a todo el PSOE, se permite incluso salir de manifestación por empleo y con los sindicatos después de la que han liado en la economía española y las familias de 4.612.000 ciudadanos que están en el paro, es que estamos ya a los pies del esperpento más encanallado.

¿Y la oposición? Es la única esperanza de que el rumbo perdido vuelva a España, pero... esa otra oligarquía, dado que los partidos españoles desconocen la democracia interna en su funcionamiento, no da señales de vitalidad. Hiberna, dormita, pasa de largo para no despertar, se supone, a las masas socialistas que podrían volver a dar la victoria al Iluminado. A algunos nos parece que si después de una charlotada como la protagonizada por los gobiernos socialistas de Zapatero y Griñán en esta manifestación del Primero de Mayo de 2010, se persiste en la calma chicha, entonces es que tenemos lo que nos merecemos y hay que aprender a aguantarse y a joderse, el famoso agua y ajo de la sabiduría popular andaluza.

En esta tesitura y con una carcajada aceda dejándome sin palabras, diré como El Estrafalario en Los cuernos de don Friolera: Soy como aquel mi pariente que usted conoció y que una vez, al preguntarle el cacique qué deseaba ser, contestó: ‘Yo, difunto’. Esto es, políticamente difunto.

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