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Santiago Abascal

Podemos y debemos defender la Giralda

¿Es que el propósito de Podemos es el de acabar con nuestra identidad como nación? Sin ninguna duda.

Es ya una evidencia clamorosa que la pretendida transversalidad podemita, que se quiso en algún momento equidistante de derechas e izquierdas, hay que entenderla en realidad como un sincretismo entre Chávez y Mao Zedong. A nadie puede ocultársele que lo que se cobija a la sombra de la actividad política de las huestes de Pablo Iglesias es el viejo marxismo revolucionario, salpimentado con acentos del Orinoco.

Viene esto al caso de la propuesta con la que la formación de ultraizquierda defiende que la Giralda pase a ser de titularidad pública. Dicha reivindicación es algo más que una ocurrencia en periodo electoral: es la enésima manifestación de las pulsiones más profundas del imaginario revolucionario. Para cualquiera está claro que el objetivo de los comunistas no es el de fortalecer el sector público, sino el de erosionar la identidad nacional.

Pero ¿es que el propósito de Podemos es el de acabar con nuestra identidad como nación? Sin ninguna duda. Pues ¿qué otro hilo conductor presentan propuestas como la expropiación de la Girada y de la catedral-mezquita de Córdoba o la supresión de la Semana Santa sino el de desnacionalizar España? El argumento esgrimido por Podemos acerca de la titularidad pública de los monumentos no es más cierto que el de los nacionalistas catalanes para abolir los toros en Cataluña; y el fin es el mismo: deshispanizar España. Por cierto, que Podemos también quiere terminar con la fiesta nacional…

La embestida comunista contra ese catolicismo en torno al que se ha gestado el sentido histórico de nuestra patria presenta una sospechosa convergencia con los propósitos islamistas. La reconquista de Al Ándalus constituye un objetivo irrenunciable no solo en los planes yihadistas, sino que es una vieja aspiración del mundo musulmán en su conjunto. En el islam, Al Ándalus es el evocador nombre de una añoranza, el único lugar de algún relieve del que han sido expulsados los muslimes. Y, por eso, anhelan que vuelva ser suyo.

Como sucedió al alborear el siglo VIII, resultan imprescindibles un conde don Julián y hasta un obispo don Oppas. Entonces fue la ausencia de nervio del reino hispanovisigodo lo que posibilitó la invasión, pues nadie es conquistado si previamente no ha sido minado por las disensiones internas. Muy probablemente, el moro Tarik jamás habría hollado con sus babuchas nuestra tierra de no haberse producido la traición precedente. Así que la amenaza islamista sería hoy risible de no ser por esa izquierda donjulianesca que mina la nación desde dentro, que la carcome, la debilita y la desarma.

No es ningún secreto que la generosa financiación de Irán afluye hacia el entorno de Podemos. Pablo Iglesias considera a ese país –lo ha dicho públicamente– un "Estado asesino que obliga a las mujeres a llevar burka". ¿Deberíamos sorprendernos más de que el entorno de Pablo Iglesias pueda recibir financiación de Irán que de que la Alemania imperial sellase un tren para que Lenin alcanzase territorio ruso en 1917?

En definitiva, ¿qué es lo que hace que un comunista acepte la financiación de un "Estado asesino"? Es decir, ¿qué comparten Irán y Pablo Iglesias? El enemigo común: Occidente.

Cuando Podemos reclama la titularidad pública de la Giralda, su objetivo no es otro que el de debilitar a España. Porque España –esa vieja nación, cuna de hombres libres– se ha fraguado en el crisol del cristianismo. Acosando nuestra cultura católica –no tenemos otra, apuntan al corazón– tratan de dejarnos inermes.

Carece de sentido alguno que peleemos a miles de kilómetros de nuestras casas cuando a unos pocos metros de ellas podemos oír el inequívoco relincho del caballo de Troya. Para quien considere que todo esto es exagerado, de momento, y como aperitivo, en La Tuerka hay que taparse el escote. Si eres mujer, claro.

Hoy, España se defiende en la Giralda.

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