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Rosa Belmonte

Esperando a Belén

Una de las virtudes de Belén Esteban es que no tiene misterio, que se deja ver. Pero esta vez, al menos la nariz es nueva.

En julio de 2005, Vogue Italia publicó una producción del fotógrafo Steven Meisel donde se mostraba a Linda Evangelista y otras modelos recuperándose de simuladas aparatosas operaciones de cirugía estética (entonces se dijo que se parodiaba a Sharon Stone). Mujeres vendadas y recién intervenidas paseaban por los regios pasillos de un hotel. "Makeover Madness" era el título. Madness también podría ser el título de cualquier reportaje sobre Belén Esteban, a quien acabamos de ver en las revistas de los lunes con la nariz envuelta. Una de las virtudes de Belén Esteban es que no tiene misterio. Si las princesas de verdad se esconden para retocarse, las princesas del pueblo se dejan ver.

A finales de 2009, cuando estuvo cinco horas y media en un quirófano, ya la pillaron. Con gorra, gafas de sol y la férula de la nariz. Tapándose. Tenía que hacer su gran aparición en Lecturas y luego en Sálvame Deluxe. Fue el 18 de diciembre de 2009. Esa noche, el público recibió a Belén retocada y un jamón. Pero sobre todo recibió a una Belén soltando estopa (el padre de Campanario la había llamado "la drogata esa que tiene la nariz toacomía"). El programa hizo más audiencia que la noche del "Ni que fuera yo Bin Laden", cuando el incidente del Defensor del Menor. Pocas semanas después ya se dijo que la nariz estaba torcida. La nariz de Belén es más famosa que la de Shostakóvich. Ahora queda esperar que ambas (Belén y su napia) reaparezcan.

El éxito (o la notoriedad) de Belén Esteban tiene mucho que ver con el éxito de El Cordobés años atrás. En los 60 cualquiera creía que podía haber sido El Cordobés. Ahora cualquiera cree que puede ser Belén Esteban, que no hay ningún mérito en serlo. Pero no se trata de ser maleducada. Si no, Bea la Legionaria también habría llegado al mismo sitio. Si no, esos adefesios de Gandía Shore tendrían alguna oportunidad de llegarle a la suela del zapato.

Una vez Saul Bellow le dijo a un biógrafo: "¿Qué es lo que puedes revelar sobre mí que yo no haya revelado ya?". Belén Esteban podría preguntar lo mismo. Lo importante lo cuenta ella. La historia principal es Belén Esteban y cómo cuenta las cosas, lo de menos es lo que cuenta. Belén Esteban encontró un hueco de mercado para hacer de sí misma una contadora de historias, una storyteller de manual. Ahora Belén Esteban está en barbecho, pero es que en los últimos tiempos tuvo demasiados acontecimientos y seudoacontecimientos. Vestido, boda, separación (una de ellas), comunión de Andrea, reconciliación, asunto del Defensor del Menor, cirugía plástica, campanadas en Telecinco, participación en ¡Más que baile!, presuntas conspiraciones para hundir su imagen (¿pero qué imagen?), más separaciones, derrumbe, tratamiento...

Belén es ejemplo del proletariado como sujeto y como representación, por emplear la terminología de Guy Debord. Ariete de la subversión del espectáculo en la televisión. La primera en asaltar el palacio de invierno de lo que se veía en televisión. Donde lo ordinario, lo normal, lo que no tiene por qué ser objeto de atención adquirió categoría de interesante. En sus minutos de ofuscación, Belén Esteban es como Coriolano mostrando sus cicatrices. El héroe de la antigua Roma, un desconocido para la mayoría, tuvo que enseñar las cicatrices cuando se postuló para cónsul como prueba de su valor y con el fin de mostrar al pueblo todo lo que había hecho en los campos de batalla por Roma. Pero el día de la elección cometió el error de presentarse en el foro escoltado por los patricios y señoritos de la ciudad, de  mostrarse arrogante y engreído, diciendo lo que en realidad pensaba y sentía. Lo bueno (o lo malo) de Belén Esteban es que es lo que es. Sus cicatrices las va mostrando mientras se van produciendo. Y no pretende ser lo que no es. Quizá tampoco sabría. Ahora estamos esperando a Belén como Vladimir y Estragón esperaban a Godot. Ya sabemos que es una trama sin ningún hecho relevante y altamente repetitiva. Pero al menos la nariz es nueva.

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