Esther Doña no puede ser nombrada marquesa de Griñón, y tampoco ha de ser nombrada como marquesa de Castel Moncayo, otro de los títulos de su novio, que le dobla la edad. Así pues, la modelo no puede gozar de todos los privilegios que acarrea la Grandeza de España, explica La Razón, porque las parejas de hecho (no de derecho) no pueden gozar de esa categoría.
Según Carmen Duerto, en su reciente inscripción como pareja de hecho ambos acordaron, como si se tratara de una cláusula, el convenio que regulará su relación, y que incluye pensiones, manutenciones, propiedades, y otros pactos de convivencia, relaciones personales y patrimoniales derivadas de ese modelo de unión.
En ABC, Beatriz Cortázar añade a esta información la pretensión del marqués de recuperar su vida social, de la que se había distanciado durante su matrimonio con la muy discreta Fátima de la Cierva.
Esther Doña, más amiga de la publicidad de la prensa rosa, y sobre todo de la que se le dispensa a raíz de su actividad profesional de modelo, ha sido tentada por algunas firmas de moda para ejercer de imagen de sus productos.
En todo caso, el segundo matrimonio de Esther Doña, el que tuvo lugar en Londres, ciertamente no ha sido legalizado en España, por lo que la pareja tendría vía libre para casarse una vez el marqués organice su situación con su ex. Fuentes del Registro británico han confirmado a LOC que el matrimonio fue inexistente ante el derecho español al tratarse de una unión bajo el derecho británico. Y efectivamente, no fue reconocido en España.
Pese a estos inconvenientes, la unión del marqués de Griñón y Esther Doña sigue viento en popa. Se empieza a especular, incluso, con la posibilidad de que en los planes de la pareja esté que ella se quede embarazada.