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Programas de televisión que hoy no se podrían hacer

Nadie puede culpar a la televisión actual de cortarse demasiado con sus emisiones. No obstante, el auge de la corrección política y otras consideraciones sociales que han evolucionado (a mejor o peor, de todo hay) han motivado que programas como éstos no tuvieran cabida en la parrilla de ahora. 

¡Ay, que calor!
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¡Ay, que calor!

Los primeros años de Telecinco destacaron por un particular colorido y personalidad. Y esa personalidad incluía conceptos tan audaces como las chicas chin-chin. El picantón ¡Ay, que calor! no tenía particular reparo en incidir en los aspectos más eróticos, de una forma que ahora no gustaría nada a muchos colectivos. Solo estuvo en antena del 90 al 91, pero su impacto todavía se oye.

Las Cacao Maravillao
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Las Cacao Maravillao

La exótica belleza y los bailes de las Mamá Chicho se hicieron tan populares o más que el Telecupón. Ahora y con toda seguridad, la utilización descarada del físico de las espectaculares bailarinas, a cuento de nada, pondría en pie de guerra a medio Twitter.

Un día es un día
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Un día es un día

Ángel Casas condujo en los primeros noventa un programa de entrevistas a personajes del mundo de la cultura y la actualidad en general. Con la particularidad de que todos los programas acababan... ¡con un estriptis! Una bonita forma de culminar un espacio cultural o, al menos, lograr que la audiencia llegue hasta el final. Sí señor. 

Contacto con... tacto
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Contacto con... tacto

Contacto con tacto tiene también ese particular tono de la primera Telecinco, contagiado por la influencia italiana de Lazarov. Aquí, en ausencia todavía de aplicaciones de ligue, Bertín se sentaba como sólo él sabía entonces (como diría El Fary, literalmente aplastado en el sillón), y trataba de liar estas parejas. Hoy MHYV ha puesto ese listón muy alto, pero en ese momento Contacto con...tacto tenía su dosis de descaro.  

Humor amarillo
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Humor amarillo

¿Les suena Takeshi's Castle? No, ¿verdad?. Pero si les decimos Chino Cudeiro y Humor amarillo, seguro que la cosa cambia. El mítico y polifacético director Takeshi Kitano, que acaba de cumplir 71, era el ideólogo de uno de los más locos programas emitidos por la primera Telecinco. El programa se grabó entre el 86 y el 90 pero aquí se emitió más tarde. En todo caso, las míticas pruebas, que tenían algo de tortura china,  y el mítico el doblaje castellano de Juan Herrera y Miguel Ángel Coll convirtieron el espacio en todo un referente para una generación española.

Martes y Trece: "Mi marido me pega"
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Martes y Trece: "Mi marido me pega"

Era Nochevieja del 91, y en uno de sus especiales más vistos, la pareja cómica más popular del país sorprendió con la parodia de una mujer maltratada con su marido. El propio Millán Salcedo ha pedido disculpas por un gag de humor negro realizado sin intención de parodiar los abusos, solo de hacer reír a un público que, como ellos, en esa época disponía de menos información y conciencia sobre un tema tan oscuro como cotidiano.

Martes y Trece: "Maricón de España"
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Martes y Trece: "Maricón de España"

Cuando Martes y Trece se lanzaban a la piscina, lo hacían de verdad. Lauren "Castigo" (Josema YUste) presentaba al cantaor Toni Sevilla (encarnado de nuevo por Millán) entonando "Maricón de España" en octubre de 1992. Y millones de españoles, con complicidad o no, rieron con la parodia de un amanerado homosexual.

Gran Prix
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Gran Prix

Los antitaurinos probablemente guarden un mal recuerdo de un programa de verano tan blanco como el Gran Prix, que entre 1995 y 2005 presentó Ramón García (y más tarde tuvo una segunda época con Bertín Osborne). La prueba de la vaquilla, que además era el logo del programa, motivaría todo tipo de críticas (también lo hizo en su momento). 

Las noches de Gil y Gil
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Las noches de Gil y Gil

Mucho hemos debatido sobre la primera imagen de esta recopilación de la Españaza de los noventa. Pero algo estuvo claro desde el principio: la imagen de Jesús Gil -entonces alcalde de Marbella- pergeñada por Valerio Lazarov, todo él en el jacuzzi, rodeado de jóvenes en bikini, debía inaugurar esta representación del ethos y el pathos español. Las noches de tal y tal , desde la mismísima Marbella, nos amenizó ese verano noventero y marcó nuestra infancia... para siempre. No obstante, muchos cuestionarían -ya lo hicieron entonces- si un alcalde y rico empresario debía utilizar su imagen de la manera en que Gil lo hizo. 

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