
181 años de historia encierran las paredes de Lhardy, el mítico restaurante del número 8 de la Carrera de San Jerónimo. Casi dos siglos de un icónico local del centro de Madrid que ha protagonizado un capítulo clave en la hostelería para convertirse en un emblema de la distinción culinaria y el arte de la restauración.
Y recientemente hemos estado a punto de perderlo para siempre ya que en marzo de 2021 presentó preconcurso de acreedores acuciado por la crisis derivada de la pandemia del coronavirus. Fue entonces cuando el grupo Pescaderías Coruñesas salió al rescate del centenario restaurante.
La reforma integral del restaurante y la tienda ha respetado la esencia y el valor histórico de unos comedores que han sido testigos de reuniones de ministros con Primo de Rivera y en los que se han decidido nombramientos, como el de Niceto Alcalá-Zamora, además de ser uno de los restaurantes de cabecera de la reina Isabel II y que actualmente conserva el reservado en el que ella comía.
"No es un restaurante cualquiera, tiene un valor histórico muy grande. Hubiera sido una pena que desapareciese y con este acuerdo lo que queremos es precisamente salvar lo que representa, la marca y todo lo demás. Es bueno para Madrid", destacó tras su compra el director comercial de Pescaderías Coruñesas, José Cerezuela.
Como el Ave Fénix
Y sólo podemos agradecer esta decisión para que sigamos disfrutando de una de las mejores cocinas de la capital con un producto de primerísima calidad que llega de las mejores lonjas de la costa. Por eso, perfectamente aconsejado por Paloma, la subdirectora de Lhardy, probamos las nuevas incorporaciones a la carta tras disfrutar como aperitivo de su antológico caldo, de una mantequilla y muy buen hummus con pimentón y crudités, con unas magníficas almejas de carril a la sartén con Palo Cortado (26€) en una salsa maravillosa y un marisco de primera. También disfrutamos de unos espectaculares chipirones encebollados al estilo Pelayo, recomendación como fuera de carta, con un tamaño y un sabor espectacular.
Compruebas nada más llegar con su atención, su servicio, la decoración de las mesas con su presentación de las mesas y los acabados de los platos que Lhardy sigue escribiendo su historia con la misma esencia y filosofía que desde 1839 pero con una nueva etapa inspirada en la cocina clásica, eso sí, con una revisión de las recetas legendarias.
La carta es amplia y variada con una oferta gastronómica que combina platos de corte clásico perfeccionados con materias primas de máxima calidad. También en las carnes encontramos esa excelencia, como con el steak tartar de solomillo de buey con patatas a la inglesa (30€). Una espectacular carne combinada y aliñada al gusto del comensal para aportar ese toque de picante justo y en el que lo único que se echa de menos es que no lo preparen delante de la mesa.
La parte líquida de Lhardy también está a la altura, con etiquetas nacionales e internacionales de bodegas contemporáneas y tradicionales. Perfectos para acompañar otro de esos platos de nueva incorporación pero que ya son un clásico como el riquísimo lenguado Evaristo al champán (38€ por persona). Este pescado te lo presentan en la mesa antes de emplatarlo para cada que cada comensal pueda disfrutar de él.
Además, su mítico cocido que se presenta en dos vuelcos a un precio de 60€ por persona y que sirve de peregrinaje a los amantes de este plato consta de: sopa con fideos cabello de ángel, garbanzo de pico pardal de Castilla y León, verduras (repollo, patata y zanahoria) de Carabaña, chorizo de León, morcilla de arroz y secreto ibérico estilo Burgos (Casa Alba), longaniza trufada de cerdos de Euskal Txerri, tocino ibérico, morcillo de buey gallego, tuétano de vaca gallega, jamón ibérico de Huelva, foie del Ampurdán en escabeche, costilla ibérica de Sierra de Villuercas y relleno de cocido de ropa vieja. Para terminar, Soufflé Lhardy.
El Chef del Cacao
Completa la experiencia la propuesta dulce de Ricardo Vélez, conocido como el Chef del Cacao gracias al éxito de Moulin Chocolat, The Pâtissier y Maison Glacée, que suma su talento e inspiración a la carta de dulces de la tienda de Lhardy. Aún así, tienes que probar el mítico soufflé de Lhardy (11€), para el que el equipo de cocina elabora de manera artesanal desde el bizcocho a la nata, pasando por el helado.
En definitiva, Lhardy se presenta como una oportunidad única para vivir una experiencia gastronómica de altura, en un ambiente romántico y elegante, cuya mágica atmósfera parece inalterable al paso del tiempo y es perfecto para una ocasión especial con tu familia, amigos o pareja con un ticket medio de unos 80€.
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