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Emilio Campmany

La inicial derrota de Serbia

Serbia fue para los aliados en la Primera Guerra Mundial lo que Polonia en la Segunda.

Serbia fue para los aliados en la Primera Guerra Mundial lo que Polonia en la Segunda. Formalmente, la Entente estaba en guerra para defender a Serbia de la agresión de Austria-Hungría. Sin embargo, para Francia y Gran Bretaña, correspondía en principio a los rusos prestarles la ayuda suficiente para que se defendieran de los austriacos. No sólo, sino que al principio pareció que bastaría tener arrinconados a éstos en los Cárpatos y distraer allí al grueso de su ejército a fin de que lo que quedara de él libre para combatir en el Sur no bastara para derrotar a los serbios. Y así fue al principio de la guerra. Durante esos primeros meses Belgrado no sólo contó con la ayuda de San Petersburgo, también con la de Berlín. Los alemanes, obligados por el Plan Schlieffen a destinar siete octavos de su ejército al frente occidental, tenían mucho interés en que los austriacos contuvieran a los rusos e impidieran que éstos invadieran Alemania mientras ésta se ocupaba de derrotar a Francia. Por eso el jefe del Estado Mayor alemán no dejó en todo momento de exigir a los austriacos que se olvidaran de los serbios, que se mantuvieran a la defensiva en el sur y que se concentraran en combatir a los rusos en el norte. Al principio, Viena desoyó la exigencia alemana. Austria estaba en guerra para poner en su sitio a Serbia y ésa sería su prioridad. Luego las realidades del frente se impusieron. Los rusos obligaron a los austriacos a retirarse y éstos no tuvieron otro remedio que seguir el consejo alemán, concentrarse en combatir a los rusos y mantenerse a la defensiva en el frente serbio. Sin embargo, en noviembre de 1914 ocurrió algo trascendental para Serbia: Turquía entró en guerra del lado de las potencias centrales.

La entrada de Turquía ofreció nuevas e inesperadas oportunidades a Rusia, que creyó que había llegado el momento de apoderarse de los ambicionados estrechos, ahora que Londres, como aliado, no se opondría a ello. Esto último tuvo consecuencias importantes para Serbia. San Petersburgo perdió parte de su interés en derrotar a Alemania y a Austria y se distrajo en la tarea de vencer a Turquía, la poseedora de sus objetivos de guerra más preciados, los Dardanelos y el Bósforo. Con esos objetivos en mente montó San Petersburgo precisamente una ofensiva en el Cáucaso.

Mientras, los alemanes, obligados por el punto muerto alcanzado en el frente occidental, decidieron volcarse en el oriental para ayudar a los austriacos a defenderse de los rusos. Éstos fueron derrotados una y otra vez hasta verse desplazados hacia el este, hasta que el frente se estabilizó en una línea casi recta desde el Báltico hasta el Mar Negro tras ceder la posesión del saliente polaco, esto es, la parte de Polonia que le había correspondido a San Petersburgo tras los tres repartos sucesivos de los que fue objeto la desgraciada nación. Rechazada Rusia, contenidos los italianos, a punto de ser derrotados los ingleses en Galípoli, en otoño de 1915 parecía llegado el momento de hacer aquello para lo que se había empezado aquella guerra, dar a Serbia el escarmiento que merecía. No sólo, sino que, siendo Turquía un aliado, y siempre que se pudiera contar con Bulgaria, la derrota de Serbia tendría la ventaja de poder conectar con la Sublime Puerta por tierra. La intervención de Bulgaria aseguraría además la derrota serbia, pues Sofía se encargaría de atacar desde el sur, mientras austriacos y alemanes lo harían desde el oeste y el norte.

Bulgaria llevaba desde el mismo momento de romperse las hostilidades deseando entrar en guerra y tomarse la revancha de las muchas humillaciones sufridas durante los años anteriores. A principios de 1878, al finalizar la guerra ruso-turca, el Tratado de San Stefano dio a Bulgaria lo que había logrado arrebatar a los turcos, buena parte de Macedonia, gran parte de Tracia y sobre todo dos franjas de costa sobre el Egeo a ambos lados de la Península Calcídica (la que se extiende sobre el mar como si fuese una mano de tres dedos). Luego, en el Congreso de Berlín, a Bulgaria le fue impuesta la pérdida de buena parte de estos territorios y, por supuesto, se le impidió asomarse al Egeo. Cuando el grueso del ejército otomano estaba en Cirenaica y Tripolitania combatiendo a los italianos en 1912, Bulgaria, junto con Serbia, Grecia y Montenegro, atacaron a los turcos, dando lugar a la Primera Guerra Balcánica. Bulgaria llegó hasta las puertas de Constantinopla, momento en el que intervinieron las grandes potencias, en especial Gran Bretaña, temerosa de que Bulgaria, convertida en peón ruso, se adueñara de los estrechos. Rusia no se opuso porque no vio a los búlgaros muy proclives a dejarse manejar y por no oponerse a los ingleses. Sofía fue obligada a abandonar parte del territorio ocupado cerca de la gran capital turca y, cuando reclamó a Serbia la parte de Macedonia que le correspondía conforme a lo que habían pactado antes del conflicto, Belgrado se negó a honrar sus compromisos. La Segunda Guerra Balcánica fue en gran medida el intento de Bulgaria de obtener por la fuerza aquello a lo que creía que tenía derecho y que se le había negado en la mesa de negociación. Nadie apoyó su causa, salió derrotada y tuvo que hacer nuevas concesiones territoriales a Grecia, Serbia, Turquía e incluso a Rumanía.

En consecuencia, Bulgaria estaba ansiosa de revancha y eran las potencias centrales las que le ofrecían la oportunidad de tomársela. No obstante, no se decidió a entrar en guerra desde el principio por no estar segura de qué ocurriría y porque entre los políticos búlgaros todavía quedaban rusófilos partidarios de la alianza con San Petersburgo a toda costa, aunque en mucho menor número que antes de las Guerras Balcánicas. Lo que decidió a Sofía a intervenir del lado de las potencias centrales fue la derrota de las tropas franco-británicas en Galípoli. Ese revés suponía la improbabilidad de que las potencias occidentales pudieran aparecer en los Balcanes, de forma que, al menos para Bulgaria, con los rusos contenidos en el interior de su territorio, lo único que había que hacer era derrotar a los serbios con la muy estimable ayuda de austriacos y alemanes, con la que tendrían una superioridad abrumadora.

Francia y Gran Bretaña intentaron hasta el último momento convencer a Bulgaria para que no entrara en guerra, pero cuando lo hizo decidieron ayudar a Serbia y se acordó enviar una fuerza expedicionaria al puerto de Salónica con la colaboración de una Grecia que, al menos formalmente, seguía siendo neutral. La idea era mantener vivo el frente serbio para que los alemanes tuvieran que seguir distrayendo allí tropas y no pudieran emplearlas en el frente occidental. Sin embargo, cuando las tropas aliadas llegaron ya era demasiado tarde. La superioridad de casi 2 a 1 de la que disfrutaron las potencias centrales contra el ejército serbio resultó suficiente para obligarles a retirarse una y otra vez por un terreno montañoso durante un durísimo invierno. El ejército serbio, de 200.000 hombres, perdió 40.000 durante la retirada sólo a consecuencia del frío y de las enfermedades. Los supervivientes consiguieron llegar a la neutral Albania y desde allí se trasladaron a Corfú, donde esperaban recuperarse para luego volver a intervenir y liberar su país.

Mientras, las tropas franco-británicas, ante la imposibilidad de poder ayudar a los serbios, decidieron retirarse, pero en vez de hacer el viaje de vuelta se quedaron en Salónica acampados, lo que creó enormes conflictos con el Gobierno griego y dio ocasión a que la fuerza resultara diezmada por la malaria. En cualquier caso, a finales de 1915 Serbia estaba derrotada, Bulgaria había entrado en guerra del lado de las potencias centrales, los italianos estaban siendo contenidos en el Isonzo, los rusos se habían retirado y se había establecido contacto por tierra con Turquía. Parecía llegado el momento de que Alemania, una vez tranquilizado el frente oriental, iniciara la gran ofensiva en el frente occidental, el lugar donde el jefe del Estado Mayor alemán, general Falkenhayn, creía se decidiría necesariamente la guerra.

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: Los orígenes - Los bloques - El Plan Schlieffen - El asesinato de Francisco Fernando - La crisis de julio de 1914 - La neutralidad de España en 1914 - De Lieja al Marne - El Este en 1914 - Turquía entra en guerra - Alemania vuelve la mirada al Este - La guerra se extiende a Extremo Oriente - Galípoli - El sagrado egoísmo de Italia.

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