"La aportación del nazismo en el terreno de los horrores humanos es la percepción de que se puede destruir la condición humana, es decir que se puede demarcar qué es lo que es humano y qué no es humano, y una vez hecho esto, lo que se ha marcado como no humano sea destruido.
Pero no sólo una máquina de producir cadáveres, sino de previamente degradar a los humanos hasta reducirlos a la condición de ganado.
La idea de que el judío era una enfermedad en lo humano estaba asentada sobre una locura pseudocientífica que podía ser puesta en práctica.
En el momento en el que un alto cargo de la administración nazi explica al entrevistador las enormes complejidades que él tenía que resolver, en términos de un director de fábrica, para que la cadena de producción de cadáveres no se interrumpiese, ese momento es verdaderamente escalofriante.
Lo que se está describiendo es una fábrica, pero una fábrica que produce cadáveres con eficacia.
Es una lógica tan ajena a lo que constituye la normalidad del comportamiento humano y al mismo tiempo, sin embargo, es una lógica tan sometida a metodología humana. Esa es la angustia que produce enfrentarse a eso.
Es la crueldad reducida a su canon matemático perfecto".